domingo, 27 de diciembre de 2009

Cuentan que en Lemuria, durante el hundimiento de la tierra mítica, los sacerdotes cantaron esta canción que ha perdurado a lo largo del tiempo; como mantra contra el dolor de un final, se apoyaron en los pequeños grupos que formaban, en círculo, bailando unidos por sus brazos y seguros de que la canción haría que sus almas fueran limpias a la próxima resurrección. Una manera hermosa de dejar morir lo que acaba en un año y abrazar el venidero mientras se bebe una copa en compañía del amor de quienes a uno le quieren, sabiendo que el futuro traerá ungüentos para las heridas.






¿Debemos olvidar una vieja amistad
Para nunca revivirla en el recuerdo
¿Debemos olvidar una vieja amistad
Y los viejos tiempos?

Por los viejos tiempos, amada mía
Por los viejos tiempos
Tomémonos una copa más de gentileza
Por los viejos tiempos

Sé que comprarás otra bebida
Y sabes que yo compraré la mía
Beberemos una copa más de gentileza
Por los viejos tiempos

Por los viejos tiempos, amada mía
Por los viejos tiempos
Tomémonos una copa más de gentileza
Por los viejos tiempos

Ambos hemos salvado las colinas
Y arrancado hermosas margaritas;
Pero hemos errado tanto a pie cansado
Desde los viejos tiempos

Por los viejos tiempos, amada mía
Por los viejos tiempos
Tomémonos una copa más de gentileza
Por los viejos tiempos

Hemos vadeado la corriente
Desde el amanecer hasta la tarde;
Aunque un mar entre los dos haya bramado
Desde los viejos tiempos

Por los viejos tiempos, amada mía
Por los viejos tiempos
Tomémonos una copa más de gentileza
Por los viejos tiempos

Toma mi mano, amigo mío
Y ofréceme la tuya, es nochebuena
Y bien dispuestos juntos brindaremos
Por los viejos tiempos

Por los viejos tiempos, amada mía
Por los viejos tiempos
Tomémonos una copa más de gentileza
Por los viejos tiempos

jueves, 24 de diciembre de 2009




Nunca desvalorices a nadie
Guarda a cada persona dentro de tu corazón
Porque un día podrás acordarte
Y percibir que perdiste un diamante
Cuando estabas muy ocupado(a) coleccionando piedras.

FELIZ PASCUA DE NAVIDAD, QUE LA LUZ DEL CARIÑO SIGA REINANDO SIEMPRE.

lunes, 5 de octubre de 2009

La mañana malagueña se abre al día como siempre, hermosa de sal y luz, pleno el cielo de naranjas y rajas de melocotón que preñan el aire de un verano del membrillo más caluroso que otros años, preparando las castañas del valle del Genal que se abren paso entre el erizo que cae del árbol y puebla un suelo presto a recoger la maravilla que ofrece esta naturaleza viva, dejando correr un río que revienta, como todos los años y puebla de espuma su curso bajando entre un mar inmenso de ocres, rojizos marrones y cielo azul, siempre azul.
Esta no es una mañana igual, a las pocas horas del día el "hombre solo" se entera de que murió Mercedes Sosa, la grande, esa morena inmensa preñada de paz que vistió con voz de abrigo las más bellas letras de una lengua única como es el español.
Al lado del mar, pensando en Alfonsina y su mar que la preña también, recordando zambras y recordando que "Todo cambia"... el hombre se acuerda de los dos momentos más difíciles de su vida, escogidos entre otros muchos que le hicieron ser quien es hoy: el uno cuando perdió la mitad de un alma que dejó a la otra mitad rondando por estos lares sin rumbo y andando solo, esa mitad que no se quiso llevar a esta otra que penó por largo tiempo y ahora mira con benevolencia y sin perdonarse ya su existencia, a un mar que le devuelve entre las olas el recuerdo de tiempos dulces, entre guitarras y atardeceres de montaña cordobesa, subiendo riscos y oyendo caer cascadas que se perdieron en un río de la Hoz oculto para siempre, mirando nadar los patos salvajes y pendiente del adiós entre los labios que lloran las lágrimas envueltas en palabras que los ojos secos ya no podían soltar... entonando juntos, antes de despedirse las almas para siempre, la cancion de las simples cosas de Mercedes...




Uno se despide, insensiblemente
de pequellas cosas
lo mismo que un arbol
que en tiempo de otoño
se queda sin hojas
al fin la tristeza es la muerte lenta
de las simples cosas
y esas cosas simples
que quedan doliendo
en el corazón

Uno vuelve siempre
a los viejos sitios
donde amo la vida
y entonces comprende
como estan de ausentes
las cosas queridas
por eso muchacho no partas ahora
soñando el regreso
que el amor es simple
y a las cosas simples las devora el tiempo

Enamorate aqui
en la luz mayor
de este medio dia
donde encontraras
con el panal sol
la mesa tendida
por eso muchacho no partas ahora
soñando el regreso
que el amor es simple
y a las cosas simples las devora en tiempo

Uno vuelve siempre
a los viejos sitios
donde amo la vida

...el segundo momento, entre sábanas blancas de hospital blanco, perdido en una tierra adoptiva con mar de olivos, encontrando familia nueva y amigos nuevos, reviviendo en un tiempo donde se podía amar de nuevo y dejar que otra piel acaricie la piel del "hombre solo", a punto de irse de este mundo entre agonía de pulmón que se pierde y se pudre, deseando irse y deseando quedarse, sabiendose fuera y queriendo permanecer entre el tiempo fresco de risa limpia que encontró en la tierra de un reino eterno de un rey católico... entre sábanas blancas, en noche larga de espera segura y confianza plena de ver amanecer de nuevo, despidiéndose de sí mismo y de lo vivido, lo sufrido, lo amado, lo reido y lo preñado de amor y sexo a lo largo de una existencia no muy larga... este "hombre solo" que recuerda de nuevo a Mercedes Sosa, y en la memoria del hombre, antes de pensar en irse patinan las palabras de la voz fuerte, viva y siempre grande... dando Gracias a la vida¡¡¡




Se ha ido Mercedes para siempre, dejando un recuerdo eterno a quienes amamos la voz que amaba, que vestía de abrigo las más bellas palabras y exponía al sol los más descarnados sentimientos, siempre pidiendo paz, paz, mucha paz y derecho, su canto fué nuestro canto.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Crecer


En la vida que pasa del "hombre solo" los tiempos los marcan, cada vez más, las estaciones; antes eran los años los dueños de una vida nómada por ciudades, gentes, miradas y vivencias, ahora son las estaciones, las alergias, los comienzos de las colecciones, de los ciclos escolares y de las trombas de agua, los días secos de un terral en una ciudad de luz picassiana y azul, al lado del mar y que huele a mar cuando llueve, aunque sean tormentas. Mucha gente ve en el inicio del otoño un tiempo de tristeza, un decir adios al ocio y retornar a la vida cotidiana, niños al colegio, atascos eternos en torno a la ciudad y cabreos constantes por la subida de las cosas en tiempos de crisis, desde que nací vivo en un pais que habla de crisis, en el teatro, en la economía, en el cine, en la cultura, en la educación... crisis, crisis, crisis... infinita crisis de algo, hasta de las vidas que la viven; para mí, aparte de la crisis que me afecta como a todos, la llegada del otoño es al revés que todos, comienza con tiempo de ocio.
Una semana de Septiembre, siempre la tercera o cuarta, participo en la escapada general de mi unidad hospitalaria, a un albergue infantil, donde las camas son pequeñas y los pies cuelgan al aire durante toda la noche, mantenido en un comedor entre amburguesas, marracones bolognesa, patatas fritas... y menú típico de colegio; un lugar perdido entre campos de membrillos, junto a agricultores que pasan su tiempo de ocio entre los dos únicos bares que hay en bastante distancia a la redonda, rodeado de pacientes que sufren una enfermedad mental grave y conviviendo estrechamente con ellos, compartiendo el campamento de verano, de un verano que acaba y da su mano al otoño.
Pertrechados de cajas con juegos, disfraces, talleres ocupacionales de avalorios, para hacer sales de baño, balones de piscina, de baloncesto, de fútbol, películas que no se visionan por falta de tiempo... aparecemos allí quienes nos encargamos de esta locura en que se convierte nuestra existencia durante una semana agotadora, somos un hospital que se traslada, como un hospital de campaña en plena guerra pero que lleva, en la panza del autobús, guardadas mil risas, mil colores y sabores que hagan la vida más liviana para aquellos que sufren de lo que no ven y no pueden hacer entender a quienes les ven.
Agotadora semana que pone al límite la salud mental de quienes estamos presumiendo de ella y procurando ser escucha de otros que padecen.
Una piscina llena de hojas que hay que quitar cada día, mirar el cielo a ver si una tormenta nos fastidia la jordana o solo es un chubasco que pasa rápido, un paisaje lejano que se hace hermoso se ilumina en la noche, al calor de un cigarrillo compartido y un té calentito, mirando los rayos como juegan en el cielo a caerse como cohetes que buscan refugio en la tierra, escuchar temores a la luz de un sol radiante y tendidos en un patio entre naranjos, guardar el pan que sobra para la burra de la granja escuela o desayunar leche fresca de una vaca que nos la regala cada día, mirar por la ventana del cuartito asignado al hombre solo y emocionarse cuando dos "locos" o tres, o cuatro se miran, hablan, se cuenta, se escuchan, se ayudan, tiemblan de emoción, se respetan y controlan sus límites sin rebasar las fronteras del otro, ponen a prueba lo aprendido en las terapias del hospital... o simplemente disfrutan del tiempo sin nada que hacer, recien bañados, limpios y serenos, siendo libres de estar o de ir, sin compromisos, en libertad... por fín.
El comienzo del otoño del "hombre solo" es distinto, siempre empieza en una salida que deja las batas blancas de lado, que permite a una psiquiatra hacer una sesuda consulta ante la ansiedad, vestida de bruja, con capa y capucha, con pelo negro y canoso, son escoba que barre miedo de un drácula con cabeza atravesada por un cuchillo, al calor de una barcacoa colectiva para cuarenta y dando mordiscos a un pinchito asado de pollo; un tiempo donde el hombre más serio, más controlado, que más asume su locura y no olvida ni un segundo de su vida la toma de pastillas, las analíticas, los controles, que mide hasta el tiempo que anda cada mañana para no bajar un segundo del reglamentado, con una obsesión por se obseso... se convierte en la reina más Drak que imaginarse pueda, con unos ojos azules envueltos en la sombra de ojos más azul y brillante de la paleta de colores, con pelucón naranja y medias de rayas, preguntando si aquello se quita luego y.... "¿no tendre que presentarme mañana en la casa de mi hermana asi no?.
Imágenes grabadas en la mirada de un hombre que mira y disfruta del trabajo que tiene, de un otoño que comienza con este desborde y que promete la serenidad del ansiado mes de vacaciones reservado para el tiempo de otoño, donde se caen las hojas, cuando las castañas abren el erizo y salen a ser manjar en ollas de hierro, al calor de techados en las calles envueltas en frio, en aires que azotan las esquinas, donde la cultura retorna a sus locales y el teatro, la música, las lecturas, los encuentros poéticos, se anuncian en nuevos ciclos de vida urbana; un tiempo que espera con ansia el "hombre solo" y que viene cargada de pánico gripal colectivo, momentos de paz que permitirán acudir al lado del mar a ver como el agua cae sobre el azul y el silencio se llena de golpecitos leves y seguidos que rompen en olas de espuma, allá donde el paseo se hace solitario y los marrones, los ocres, los rojos, los negros pueblan las calles en la indumentaria.
Otro tiempo preñado de proyectos, como cada estación, que se harán o no se harán, que prometen terminar esa historia que cuenta el hombre y que no acaba nunca, que le obligan a mirar hacia el Norte de una tierra que quiere visitar, que espera el nacimiento de Martina que ya tiene nombre y aún no está con nosotros del todo, que reza y pide por los que quiere, retomando la costumbre de pedir a algo que ni se plantea que exista ya... y no le importa.
Tiempo de luz y calor, de lluvias fuertes y más calor, de otoño que huele a mar, siempre a mar, a mar azul.


martes, 1 de septiembre de 2009

Pensar





Existen días en los cuales el cansancio acumulado, un agotamiento progresivo, resultado del esfuerzo puesto en pro de una causa determinado, de un tiempo excesivo y exigente que se te presenta delante y que no puedes controlar, que es así y ya está... puede contigo; es un estado donde no sabes mirar al frente, no encuentras motivaciones ni tienes a tu lado, solo a través de un teléfono que no permite poner imagen a tu expresión, a tus ojos, a tu boca, darle formas a las arrugas de tu cara y acompañar explicando a las palabras para dar así completa descripción a quien te quiere y está lejos lo que te pasa, la inyección que necesitas ( esa que algún paciente recibe como placebo y llama... "la de la fuerza", porque le da fuerza, quita el cansancio vital de una enfermedad eterna a la que se tiene que acostumbrar), una inyección de fuerza que solo pueden dar, en el caso del "hombre solo", quienes le estiman, aquellos que saben entender, a través de las no palabras de un hombre encerrado en sí y hermético como el solo, pero que quien le quiere conoce y descubrió hace tiempo los recovecos por donde meter el dedo y abrir la puerta desvencijada de su alma; eso que se da al escuchar la voz cansada de un hombre que mira por su ventana y sale a la calle a vivir lo que mira, alguien que gusta de observar en estado puro las cosas y dejarlas tal cual son para que sigan siendo, viviendo y desarrollándose, ese saber mirar sabiendo amar.
Y en el día del cansancio, cuando menos te lo esperas, llega la inyección de fuerza desde lejos, desde otro alguien que te va conociendo en tus escritos, en tus correos, en tus palabras a través de la distancia, con la belleza que da una ciudad eterna y pone en una imagen, con una profesionalidad admirable, la imagen perfecta, la ventana con tules malva, las mariposas que pueblan mi casa, la ventana que da a una ciudad de mar y deja caminar un hombre solo por sus arenas, por sus calles, sus silencios, sus gritos de la ciudad ruidosa y marinera, por las almas de quien se acercan al hombre y se dejan acariciar con miradas, con palabras, con sentimientos entregados. Ese alguien plasma en imagen el haykus que es la vida de un hombre solo, el soplo de una mirada pequeña en el infinito del universo y la eternidad de la vida.
Pensar, pensar en uno cuando se esta bien y cuando se esta mal, encontrar que alguien ha pensado en tí y te acaricia el alma con una regalo espléndido, con lo mejor de su trabajo, con el detalle de tenerte presente, de saberte necesitado de cariño, de regalo, de lisonja, de escucha... encontrarse con que un alguien apreciado se ha parado por un instante y te ha encontrado en su memoria, agazapado y esperando que te mire... y te sientes importante para alguien, para alguien más entre todos los alguienes que tienes, entre esos que te hacen reir... y te da la caricia con la mayor de las delicadezas, con la más enorme humildad de quien da lo que tiene, la creatividad, el cariño y la pasión por descubrir almas y plasmarlas en un dibujo, gracias amiga romana.
Se piensa en personas que han pasado por la vida del hombre y ni se acuerdan de que existe, personas a quienes se defraudó, o que le utilizaron y le borraron de su pizarra vital, donde escriben los cariños y el nombre del hombre solo no esta entre ellos; se piensa en quienes recibieron la mirada de frente, la verdad de un hombre sincero y respetuoso, que se permite renunciar a sus propios sentimientos en pro del respeto de las decisiones individuales y que él considera equivocadas, aunque en ello se asesine el aprecio tenido, pero la libertad individual está por encima de todas las cosas, incluso por la de la vida propia.
Se siente el dolor de ser ignorado y no respetado, de haber sido una pelusa incómoda en la vida de alguienes que pasaron por la casa abierta, que recibieron bondad y aprecio, sinceridad y cariño, acompañamiento en la soledad y no entregan nada, ni un pensamiento, la vida devuelve lo dado, siempre.
Se recupera el alma entre esas horas de agotamiento vital, cuando se recibe la inyección de la fuerza que no se espera ni se pide, que alguien, en la lejanía, descubre necesitas y la envía, aún sin saberlo; cuando la risa de un niño y su voz pequeñita te dice a lo lejos que te quiere mucho y que en Septiembre, si no a al colegio de los mayores, vendrá a verte de nuevo; cuando la amiga que no tiene tiempo de nada, ni siquiera de llorar a tu lado sus propias penas, te avisa que hará el esfuerzo por estar pegado a ti, por contar confidencias y por enjugar lágrimas juntos, no sabe cuando pero lo hará y te llama para decirte que lo hará, solo eso, que lo hará, lo promete y te advierte que te tiene presente, que te necesita y se te entregará porque sabe que tu tambien la necesitas; se recupera el alma cuando el "hombre solo" mira por la ventana y ve, tras un tunel negro que apareció por segundos, que existe un camino que lleva al fondo de una luz, como en la fotografía, que te lleva a un horizonte más amplio, y es entonces cuando la angustia del cansancio se hace pequeña, cuando comienzas los efectos de las inyecciones de la fuerza y cuando desaparecen las pequeñas pelusas de dolor sobre el amor entregado, sobre las amistades vanas frecuentadas y que solo te buscaron cuando necesitaban, no saben estar cuando son felices, es entonces cuando desaparecen, no cuentan contigo para la fiesta.






Pensar, que gustoso es pensar en alguien y comunicar ese pensamiento, que hermoso es recibir el pensamiento de alguien cuando se necesita, es entonces cuando se mira por la ventana y se ven colores nuevos en el cielo tan hermoso de esta ciudad mediterránea; a la espera de más tranquilidad, como la de ahora, y entonces recibir un abrazo, ese del cariño que se espera y que da calor, ese abrazo que entusiasma un alma cada vez más vieja, un alma que se enorgullece de haber sido vivida, haber errado y herido, rectificado en lo conocido y... sobre todo, de haber sido engañada por su inocencia siempre dispuesta, un alma que gustaria de ser abrazada con pensamientos pequeños de cariños conocidos, como la amiga romana. Baci.


sábado, 29 de agosto de 2009

"Ya perdoné errores casi imperdonables, intenté sustituir a personas insustituibles y olvidar a personas inolvidables". Charles Chaplin.


Gustavo Poblete Catalán
Pintor chileno ( 1915 - 2005 )



Una mañana nueva, parece que de un tiempo nuevo, en esta ciudad que poco a poco se va metiendo en mis adentros, esta Málaga ruidosa, terriblemente invadida por motos de escape libre, coches tuneados que atronan la noche y el día, las horas de siesta y el tiempo de paz que se puede buscar en un paseo por el centro; calles recuperándose de los diez días de botellón callejero y oficial en que se ha convertido la feria, ese espanto incontrolable de borrachos y meones callejeros, de desnudos alcohólicos y olores a todos menos a salubridad. Se afanan los equipos de limpieza en devolver a el casco histórico antiguo de Málaga, que se esconde entre tanta basura, dejadez municipal e inoperancia de quienes vigilan por un lugar visitado por miles de turistas, rincones que ofrecen belleza, cotidianidad, bondad y sonrisas de quienes se conocen, ven y reconocen tras el espanto de una locura alcohólica a mediados de Agosto, este mes caluroso que no deja respirar ni permite gozar del olor a jazmines, buganvilla y mar que suele ofrecer la ciudad tranquila, cuando lo es.
Una mañana en que el "hombre solo" se aventura a retomar sus paseos por el centro, a tomar la ración de churros de Rafael en Doña Mariquita, en plaza Uncibay, un rincón hermoso donde las noticias del periódico duelen menos al bolsillo y al alma, permitiéndose acudir a la cererería de Calle Santa María, cercana al café de Chinitas, escuchando conversaciones de siempre, las dejadas en Julio, antes de la debacle. Mirar el escaparáte de la sombrerería El Cid, buscando el nuevo sombrero para el otoño, ese tiempo de paz en Málaga, donde las calles huelen a calle, los hombres y mujeres de esta ciudad pasean amablemente por calle Larios, Granada, San Juan, Nueva... escuchando, de nuevo, las piezas clásicas que ofrecen los músicos callejeros, admirando el arte de los mimos y estatuas humanas que engalanan las tardes frescas de un verano que termina y un otoño que comienza.
La ciudad se viste de serenidad, las playas se disfrutan en paz, con menos gente y más color del sol, con atardeceres más naranjas y amaneceres donde revientan las nubes en naranja vestidas y pellizcadas por el astro al amanecer. Se huele diferente, se vive distinto, se pasea mejor, el pescaíto sabe de otra manera y el vino rosado, fresquito, regando las noches en cualquier terraza y acompañado a una hermosa fritura. El Pimpi retoma su tiempo, deja el folklore y vuelven las tertulias, el vino dulce se apodera otra vez de la bodega y sus maderas escuchando de nuevo conversaciones de amor, amistad, lectura y filosofía. Comienza el curso y se preparan los ciclos culturales, retomamos la vida al fresquito y sereno de mes que acaba en ramadán y llena las calles de blanco salido de la mezquita.
Sonrisas amables de quien te conoce, eres de aqui, vas siendo de aqui y ya formas parte de una ciudad acogedora, de corazón limpio y mirada fresca, de risas contagiosas y ruido terrible, de "lolailos horteras de bolera" con zapatillas doradas o plata, con tatuajes de niños en la espalda y el "te quiero Jenny" que nunca desaparecerá de la piel aunque "la Jenny" se largue con otro. Toda ciudad tiene sus luces y sus sombras, Málaga también.
El paseo continúa con visita al mercadillo de siempre, a esos tenderetes en la calle que ofrecen "los encantes", hermosa manera de llamarlos, porque encantan, es un paseo entre cosas que no necesitas o que no sabes si necesitas... hasta que las encuentras. Me gusta escuchar a las abuelas de mi barrio, pelo recogido en moño, vestidos de lunares que hay que aprovechar y se compraron para pasear por la feria, con la flor en el pelo, y aún queda mucho verano¡¡... "¿Vas a los encantes?". Un lugar donde todo se vende, incluso aquello que te robaron del coche allí lo encuentras, para que te encante de nuevo y lo compres otra vez; fotos de abuelos de alguien que ya no quiere en su pared, lámparas de encaje, videos de "Érase una vez la tierra... el hombre... la música...", tornillos, ropa de invierno y los incombustibles chandals rojos "que son como los de la Belén Esteban¡¡¡".
El calor obliga a un vino fresquito, a la sombra, junto al museo Picasso, entre silencios, tiendas que estaban cerradas por vacaciones y la locura festiva, que exponen de nuevo sus telas al sol, las lámparas marroquíes, las piedras engarzadas en plata y son vistas por parejas de enamorados que pasean la calle, el centro recuperado, el palacio Crópani y su vinoteca, el muso de la música y sus cuentacuentos musicales donde Sandra encanta a los niños con el cuento de la trompeta que hay que buscar.
En la tarde aparece una luna media en el cielo, cuando el azul se va oscureciendo y despide un sol que no olvidó su quemar, una luna que se convertirá dentro de poco en una luna mora de festivales y músicas al fresquito... siempre el fresquito, tan importante fresquito que buscamos los hombre solos, esos que paseamos, bastón en mano, sombrero de ala ancha y respirar profundo, llenando de mar, otra vez, los pulmones que fueron motor para soltar las risas de este tiempo pasado en brazos de la dulzura, el candor, la inociencia de un niño y una amiga que lleva en su interior otra vida, la esperada Martina que vendrá en Diciembre y que da patadas peleando por salir. Tiempo de goce de Hugo en mi casa, de una familia escogida a la que quiero y respeto, que me quiere y respeta, que no me olvida y respeta perdonando los olvidos.
Los días fueron rápidos, dedicados a un niño y girando en torno a él, a la pesada obsesión de mirar cada mañana... "La pantera Liosa"... en esa imposibilidad de la r en boca pequeña, tortura matutina de un niño dulce que pedía atención y sabía encantar con una sonrisa... mis encantes, los encantes de un mercadillo de vida que sigue viva, que hace sentirse pleno a un hombre solo que mira hacia atrás, hacia los meses pasados, los cariños perdidos y los esfuerzos de cariños desperdiciados, a los girones de alma que gente se llevaron y a los que uno ya esta acostumbrado.
Un nuevo tiempo, un nuevo curso, a coleccionar otra vez el curso de inglés, o chino, o italiano, para no estudiar; a retomar las lecturas nunca olvidadas, a vivir los muebles nuevos y la casa decorada otra vez, casa distinta con sábanas de color violeta, entre maderas chocolate y naranja llenando la mirada de serenidad, oliendo a canela y encendiendo velas a Fray Leopoldo de Alpandeire para que se acuerde de quienes quieres.
El "hombre solo" programa nuevo curso, nuevo año, nuevo tiempo... siempre nuevo, cada día nuevo... repleto de los pequeños encantes que ofrecen las cosas pequeñas de la vida, aquellas que hacen una vida grande, la mía, la que tengo, la que hace tender la mano y recoger el pan que la vieja me tiende, entre sonrisas, alegre de verte aún vivo y sabiendo que serás su cliente todo el año otra vez, sacando de la canasta el pan de pueblo amasado a puño, que ya no se hace y que te vende en un mercado del molinillo inspirado por su autor en las pagodas.
Mañana toca caminar hacia el cementerio de los ingleses, a ver las tumbas de escritores inmortales a quienes se olvida entre ruinas a punto de desaparecer... el "hombre solo" no quiere perderse esos misterios y maravillas aun posee esta Málaga que va disparada a ser un disloque de gran ciudad.
Y todo pasó en el día, quedando el olor a mar, ese que nunca se va por más que el hombre se empeñe, ese por el que uno se vino aquí, por su mar, su azul, su luz, su aire... y su fresquito.


sábado, 8 de agosto de 2009

Y Lorca vivió el café de Chinitas y lo contó.




En el Café de Chinitas

dijo Paquiro a su hermano

soy más valiente que tú,

más torero y más gitano.

sacó Paquirri el reloj

y dijo de esta manera:

este toro va a morir

antes de las cuatro y media.

al dar las cuatro en la calle

salieron del Café;

y era Paquiro en la calle

un torero de cartel


Vive el hombre solo
en un lugar privilegiado, no sólo en el corazón de Málaga, por ser el centro de esta ciudad, su casco antiguo y maravilloso que me embruja cada día más, sino que sobre mi techo, unos pisos más arriba, tengo la suerte de convivir con un cantaor flamenco de prestigio, Antonio de Canillas, para mí el amable señor Antonio, que pasea su perrito y me pregunta aún por el mío; siempre compuesto, bien planchao y bien arreglao, a veces solo y otras con Encarna, su señora que apenas puede andar y pasea una sonrisa eterna por el portal de mi casa. Es un privilegio contar con gente buena y sencilla, grandes de fama en esta ciudad y con un corazón limpio que deja ver una persona de bien, nada creidos y siempre dispuestos a un rato de conversación donde "el hombre solo" aprende cosas y encuentra maravillas que salen de la boca de los grandes.


El que se tenga por grande

que se vaya a un cementerio

y verá lo que es el mundo:

¡es un metro de terreno!


Esta letra suele acompañar las actuaciones de Antonio, es una petenera que canta con su voz prodigiosa, una petenera de "La Rubia", la petenera de Málaga, la desgraciada amante del Canario.

"El hombre solo" que, como casi todos los años, repite su visita casi obligada al Generalife, a la ciudad del embrujo nazarí de la Alhambra, entre amigos y risas, cenando en la plaza de la pescadería, tomando churros junto a la catedral en la mañana del sábado o un helado de los italianos, el de jerez con pasas que tanto le gusta, a la una de la madrugada, bajando el bosque de la Alhambra, entre palabras de cariño y crítica artística, con los ojos aún redondos y grandes de mirar un tiempo de baile y flamenco en el escenario del Generalife, tras haber paseado junto a las fuentes repletas de nenúfares y mirando a lo lejos los cohetes que alguien prende a las doce, ritual que mágicamente se repite cada vez que este "hombre solo" sube a la Alhambra y viaja a Granada, recordando amantes de antaño en hostales de la Gran Via, mirando las fachadas grandes y ricas de una ciudad más vacía que otras veces y paseando largamente por Recogidas, después de despedir en la noche a los amigos jiennenses que mañana trabajan, a la madre de mi ciclón Hugo que viene a pasar unos días en casa y llenarme de carreras, gritos, risas y algun llanto el pasillo, los muebles nuevos, la casa decorada de nuevo, las velas encendidas que le esperan y saben que se apagaran, besando una barriga que lleva en su seno lo que se que es una niña y que hará más feliz a mi amada amiga y su guapo, no menos amado, marido.... el "hombre solo" decia... sigue aún en su retina con las luces de un escenario repleto de baile, tacones, flamenco en estado puro, llanto y quejío, a la luz de una luna mora que está llena y sube por un escenario que regala fuegos de artificio a lo lejos, momento mágico que otro verano más, otro año más se repite con un nuevo espectáculo de la gran Cristina Hoyos, esa mujer mueve las manos como nadie, que retuerce la boca y cierra los ojos como ninguna otra sabe hacerlo, que se sabe subir a una mesa y bailar vestido de rojo y admirada por todos.

El día amanece comprando longaniza en la plaza de la pescadería, recordando la cena de anoche y las croquetas de pollo de un rincón mágico de Granada, llenado la bolsa de butifarra blanca y negra, de morcilla de cebolla picante venida de Noalejo, la buena, la que me gusta, la de mi Jaén siempre fronterizo y maravillosamente privado para los pocos que le conocemos. Sigue en Málaga, con prisas de muebles y portadores que me esperan en el pasillo tras atasco en la autovia, como siempre; llenando el tiempo de charla con una vieja amiga, entre prisas de un AVE que se la lleva y la traerá pronto para seguir la conversa sobre teatro, contándome la magia de sus nuevos proyectos, es directora de escena y lo hace muy bien, mira seguro desde un corazón que tiembla de emoción ante las palabras de creatividad que brotan de las bocas de los dos... pasan los años en silencio, nos metemos en conversaciones por email y al fin podemos pasar minutos juntos entre lagrimitas de pollo, vino tinto y poco tiempo para una salida rápida de un tren que la lleva un día a Madrid, al siguiente a Jaén y se lleva mi envidia de saber que pisará la tierra que el "hombre solo" ama tanto.

Un fín de semana grato, pleno de cariño, amistad, bondad, caricias, riiiiiisas y belleza en las manos de quienes me acompañan, el "hombre solo" es feliz, con estas cosas, poquitas y auténticas, pero feliz.

Sigue la vida, el hombre espera, como siempre, espera... a las buenas gentes que pueblan mi casa cuando quieren.

Un largo paseo nocturno al café de chinitas, al de ahora, al que está donde estaba el otro, a ese rincón malagueño hermoso que se esconde de la sombra de una torre sin acabar de la catedral, sigue llenando el corazón de ilusión.



miércoles, 5 de agosto de 2009

lunes, 3 de agosto de 2009

Ciertos recuerdos son como amigos comunes, saben hacer reconciliaciones. Marcel Proust





Sigue avanzando el verano y unos se van de vacaciones mientras otros regresan... "el hombre solo" se reserva sus días de ansiado tiempo sin pensar en crear nada, sin hablar apenas, donde solo pueda escuchar y estar, mirar, viajar, dormir, leer y descubrir nuevas gentes en lenguas y literaturas extranjeras... ¿acentos italianos de la Toscana? ¿puro frances de Normandía? ¿Tierras irlandesas?... no se decide aún donde pasará esos días finales del otoño y quiere llenar su mirada de ocres, de frío y niebla, de conversaciones lentas y suaves, de tiempos encerrados en una buena copa con el grado justo de alcohol.
Llegará ese tiempo ansiado, cuando los demás hayan regresado y el trabajo creativo haya dado sus frutos que ahora se gestan; entre maquetación de una revista que engrose el año vivido junto a mentes enfermas que escriben y cuentan desde la normalidad más absoluta, junto a los pasos nuevos de un psicoballet que se prepara para mostrar la mejor cara a un publico entregado y donde exponer la salud mental ganada a fuerza de músicas, danza creativa y risas, muchas risas acompañadas de horas eternas de constancia... "añadiendo un poco a lo poco y haciéndolo así con frecuencia, pronto llegará a ser mucho" (Hesíodo)... y ese es el pensamiento que nos une y mantiene en la espera constante de quien sabe que hace algo grande para algunos que se sienten pequeños, el sueño a tocar con las manos y que es posible, la belleza.
Los días pasan entre amigos que vienen, otros que se despiden, algunos que lloran en la lejanía por contratiempos que se ayuda a pasar como se puede, prometiendo una vuelta a esa tierra calurosa y que tanto amo, ese paraiso interior que se llama Jaén, pronto será para poder abrazar, besar, reir y escuchar, secar las lágrimas de quien llora y mira al futuro que se gesta, incluso en su vientre y, mientras tanto, da un nuevo rumbo a su vida, nunca, nunca es tarde para sobrevivir.
Los días se prometen llenos de conciertos de clásica, resultado de cursos nuevos de alumnos adelantados en el conservatorio, allá donde el hombre solo quiere aprender violonchelo y cumplir otro sueño, una sala nueva con tintes del XIX y puesta en hermosura para recibir a los amantes de esa buena música que entrega el alma a la serenidad. Soy un afortunado de vivir donde vivo, de mantener mi lugar y haberlo encontrado, entre lo que gusto y disfruto, pasando mis horas eternas entre las obras primeras, las maquetas como las llama el hombre solo de un Rodin maravilloso que crea una esfinge encima de una columna de marmol a punto de saltar, o da vida a la tristeza en hierro o al pensar en un sillón... ese Rodin que nos acompañará hasta finales de Agosto, o aquel otro Picasso renovado por fín en su museo malagueño, donde traen su obra buena, la que siempre debió estar por aqui para ser admirada y es gratis su visita cada ultimo domingo de mes.
El hombre mira por la ventana fresca que deja entrar el aire marinero de esta tierra entrega a la Virgen del Carmen y con sus olores de fiesta aun en la brisa, mirando un cielo azul repleto de estrellas que prometen refrescar los pies y el seso entre las aguas nocturnas de una playa vacía y al calor de un buen chorizo asado en una moraga de Agosto, huyendo de la feria para turistas y buscando el tiempo compartido entre almas que tiemblan al arruyo de un verso, al temblar de una copla bien cantada y de unos acentos aprendidos en miles de kilometros a la redonda y que esta tierra unió.
El hombre disfruta Agosto que empieza y sueña con su Septiembre agotador, con su Octubre prometedor y con la feria de San Lucas, la última de España, antes de irse a las tierras que pueblan ya su cabeza.
Las calles parecen menos bulliciosas en estos tiempos de crisis, la gente está más reservada y Málaga más tranquila, mas serena y más fresca tras el agotador terral de Julio que pensamos se despide ya, aunque algunos días nos vendrán aún.
Sigue el deambular de la creación en psicoballet y en sueños que se van cuajando, en ideas multiples de espíritus creativos que se unieron para poner al servicio de la salud mental de algunos la música, el arte, la belleza, la luz, el color y el dolor... la paciencia infinita y el hacerse más persona para comprender a otras personas.
El hombre disfruta entre lecturas republicanas de otro tiempo, entre historia de un pais que no quiere repetirla y el hombre la aprende para saberse heredero de esa historia y de esa capacidad para no inflingir más dolor al que hubo. Espera el hombre encontrarse con amistades perdidas hace tiempo y que un poco de silencio hicieron más viejas y más deseosas de encontrarse, de contarse vivencias, de acariciarse el alma y el cuerpo y mirarse a los ojos para sonreir... es tiempo de mirar las estrellas bajo el fresco de la noche y si hace frio.... un buen chal sobre los hombros, una taza de te caliente y un chorro de conversación, lo mejor para encender de nuevo al ser.


domingo, 2 de agosto de 2009

Quiero darte un regalo






Quiero también entregarte un regalo, lo más grande que tengo, lo más intenso y puro, lo más querido, lo más sincero, lo más dulce y amargo a la vez... quiero entregarte mis sueños... allá, donde estás, donde sufres y sientes, donde te despides y lloras, donde te lamentas y miras al mañana, donde me dejas esperando tu visita prometida y sigo en la espera, sabedor de que un día será verdad y podremos hablar, mirarnos y callar, abrazarnos y respirar.
Te doy mis sueños Jose, mis sueños y mi sonrisa, es lo más que tengo. Te espero entre el calor del verano.

lunes, 27 de julio de 2009

Entre el miedo que viene, la risa y la vida que crece en un vientre... me quedo con la alegría.






Hugo está creciendo y nos sorprende cada día con las ocurrencias, su razonamiento y la manera de unir emociones, palabras y situaciones que luego cuenta sin parar de hablar. Me dicen que estuvo mirando con atención la ecografía de ¿su hermanita?, no se sabe pues tenía las piernas cerradas... vaya¡. Entre miradas y miradas estaba atento a todo, luego, en la casa, entre cuentos y risas, jugando al cotilleo del niño que lo vió todo, relata que ha visto a su hermanito, da todos los detalles posibles y le preguntan... "¿como es?"... "Negro".
No sabe que fué por una ecografía, ni que posiblemente sea hermanita, tampoco tiene idea del tiempo que lleva allí, en el vientre de su madre, ni siquiera se imagina que es fruto de una imagen en una pantalla donde no se tal cual es, para él su hermanito o hermanita es negro, tal cual lo vió y con la naturalidad que le caracteriza ya lo quiere. Hugo no tiene prejuicios, ni los tiene ni se los inculcaron, no le importa, no lo ve diferente y si fuera negro, da igual, es suyo, le une una pertenencia común, un vientre común donde ambos convivieron, sabe que tiene que esperar a que se haga más grande para tocarlo, para hacerlo sentir su cariño, para compartir con él cuanto posee... el amor de sus padres y de quienes le rodean y ni espera entender que dos padres blancos no suelen traer al mundo niños negros, para él su supuesto color de piel no es más que una característica, no es algo significativo, no le señala ni transforma en nada, no deja de perder toda la importancia que supone estar en el médico y verle en la pantalla, no quiere dejar de pensar en aquello que le dará de sus cosas, en los juegos que hará y los lugares privados donde no le dejará entrar, ni se plantea negarle un ápice de cariño ni ración de besos al niño que viene y... puede ser de otro color, al menos del color que devuelve la pantalla.
Hugo es limpio y acepta, respeta y ama, se limita a amar al otro tal cual es, respetando sus diferencias y dotando al otro de niveles aptos para la máxima tolerancia de que ama, de su hermano que le espera y mira atento, entre risas y cuentos que cuenta, a una pantalla que devuelve una imagen negra. La misma tolerancia que sacará a la luz cuando el niño o la niña vea el mundo y deje tocar a Hugo su piel rosada y blanca que traerá, piel que solo servirá para cubrir un corazón que late y ama como él mismo hace.
La vida transcurre entre conciertos de música dulce, canciones de amor y de niños cubanos que duermen llevados de la mano por nanas en boca de mujeres fuertes, manos grandes que vuelan y dibujan en el espacio del teatro mariposas que pretenden alcanzar el palco donde descansa el hombre solo de un calor infernal en este mes de Julio.
El corazón del hombre salta entre noticias de vida que viene, de preparaciones para la gripe infernal que asusta a media humanidad y deja tranquila a la otra media que la desconoce; un corazón que va mirando como pasa el verano y disfruta hablando de ballet en las Cuevas de Nerja, de flamenco en el Generalife y de una huida de la feria cercana que inundará las calles de esta ciudad regándolas de alcohol y cuerpos sudorosos, tiempos en que el hombre solo buscará la paz en moragas nocturnas entre amigos y risas, con el frescor del agua tocando su piel a la luz de una luna nueva y que antedece a la luna mora de festivales en Septiembre.
Mientras todo eso pasa el corazón quiere bailar, descubre nuevas música y encuentra un grupo de Soweto, música viva que hace vibrar al hombre solo y, estando quieto, no puede dejar de mover aunque sea los dedos de los pies, y es que la vida penetra por los poros cuando se la deja, aun siendo negra.
Esta noche el frescor entra por la ventana, se oyen las gaviotas hablando mientras vuelan, cohetes de fiestas marineras en la lejanía y se huele a mar, hasta aquí me llega el olor a mediterráneo que inunda el cielo negro repleto de estrellas, un respiro a la mirada tras la ventana y al corazón que espera saber que el amigo está más tranquilo, con su pozo de serenidad más lleno, menos desesperado y entregándose a quien abandona este mundo lentamente, doliendose de irse y con la mano llena de caricias del hijo que le ama.
Una vida viene, otra se va, el ciclo que sigue el curso sin hacer posible detenerlo, el devenir de un tiempo que se regenera continuamente. Solo queda al hombre solo esperar ese abrazo de intimidad que permita transmitir, sin palabras, el puro sentimiento vivido en este tiempo sin cercanía.
El hombre solo baila solo, musica negra que engrandece este corpachón blanco, que remueve hasta la última gota de sangre de un hombre grande que salta de vida en la intimidad.


lunes, 20 de julio de 2009

Ve a menudo a la casa de tu amigo, pues la maleza prolifera en un sendero no recorrido.


Claudio "Pocho" Lepratti (Concepción del Uruguay, Argentina, 27 de febrero de 1969 - Rosario, Argentina, 19 de diciembre de 2001) fue un militante social rosarino asesinado en medio de una represión llevada a cabo por la policía de la provincia de Santa Fe.

Hijo mayor de Orlando Lepratti y Dalis Bel, quienes tuvieron cinco hijos más. Cursó la escuela primaria y secundaria en Concepción del Uruguay. Entre 1983 y 1985 estudió Derecho en la UNL como alumno libre.

En 1986 ingresó como seminarista en el Instituto Salesiano de la localidad de Funes, unos 15 km al oeste de Rosario, provincia de Santa Fe). En 1991 abandonó el seminario, fijando su domicilio primero en el barrio Empalme Graneros y un año después en el humilde barrio Ludueña, acercándose a colaborar en la tarea de contención social de los adolescentes del barrio, donde comenzó a participar activamente de las organizaciones de base, que durante más de veinte años promovió el padre Edgardo Montaldo. Al tiempo que militaba gremialmente en la Cocina Centralizada, donde fue delegado y participó de la histórica carpa como uno de los tantos despedidos por su actividad sindical.

Participó y promovió la formación en más de veinte grupos de niños y jóvenes de las barriadas populares de Rosario. Siendo la primera agrupación La Vagancia.

Participó en instancias de coordinación con otros grupos como la revista El Ángel de Lata, el movimiento Chicos del Pueblo, y con todas las comunidades eclesiales de base, como Poryajhú ("pobres" en guaraní), y el grupo Desde el Pie.

Además participaba activamente como delegado de base de la ATE (Asociación Trabajadores del Estado) de Rosario y como congresal de la CTA-Rosario.


El 19 de diciembre de 2001, en medio de la crisis que terminaría con la caída del presidente Fernando De la Rúa, varios policías que llegaron desde de la ciudad de Arroyo Seco, a 30 km al sur de Rosario comenzaron a disparar en el fondo de la escuela. Lepratti subió al techo para defender a los menores que en su interior se encontraban comiendo. Se asomó gritando: “¡Hijos de puta, no tiren que hay pibes comiendo!”. El uniformado Esteban Velásquez hizo fuego con su escopeta Itaka, con balas de plomo acertándole una de ellas en la tráquea, lo que motivó su procesamiento y posterior condena a 14 años de prisión por el juez de Sentencia Nº3, Ernesto Genesio, con el cargo de homicidio agravado por el uso de arma. Además tanto Velásquez como la provincia de Santa Fe fueron condenados a resarcir económicamente a los familiares de la víctima por los daños y perjuicios causados.[1]

La Dirección de Asuntos Internos de la policía provincial había reconocido en un informe que “el asesinato del militante social Lepratti ocurrió fuera de la zona de saqueos y en los fondos de una escuela”, y que “no se justifica haber efectuado los disparos reconocidos, aun en carácter intimidatorio”.[2] Los policías acusados argumentaron que habían abierto fuego porque habían sido atacados a balazos por vecinos apostados en el techo de la escuela. El vehículo policial tenía efectivamente marcas de balazos, pero todos realizados a nivel del suelo.[cita requerida]

Aparentemente una testigo recogió un cartucho naranja, que corresponde a la munición de plomo y lo entregó a los investigadores policiales, pero éstos le entregaron a la Justicia un cartucho verde, que corresponde a las municiones de goma.[cita requerida]

Desde ese momento Lepratti se convirtió en un mártir y símbolo de la resistencia de los sectores más desposeídos de la provincia de Santa Fe.


A modo de homenaje el reconocido cantautor argentino León Gieco lanzó en 2005 una canción llamada El ángel de la bicicleta (con música —una cumbiaLuis Gurevich, un par de músicos del grupo de cumbia Los Pibes Chorros acompañan la obra, tocando el teclado característico de la cumbia villera, y el bajo) donde parafrasea la frase que gritaba Lepratti al ser ejecutado: muy estilizada— del pianista

“Bajen las armas, que aquí sólo hay pibes comiendo”.


Fuente: Wikipedia, la enciclopedia libre.


Una buena amiga, de las que se hacen lentamente y envejecen como el buen vino, dando cuerpo a la verdad y sinceridad que aporta la madurez en la relación, venida hace tiempo de Rosario (Argentina) y que va abriendo camino en su deambular por este país, hija de abuelos españoles, acompañada de marido e hijos y con potente corazón que aún tiembla en las ocasiones más inesperadas, cuando un sentimiento vuela alrededor...; tuvo a bien invitarme a un descubrimiento que tocó el alma del hombre solo y le pidió posar su mirada en León Gieco, un cantautor argentino, hasta ahora desconocido para el ignorante hombre solo y que ha tenido a bien cantar con los grandes entre los grandes, uniendo su voz a la verdad, al dolor de los otros y al mantenimiento de la memoria para evitar repetir los errores.
León Gieco quiere traer al festival de Málaga del año que viene su película documental Mundo Alas ( http://www.mundoalas.com.ar/index_esp.html ), de la que recomiendo visitar su página para descubrir el trabajo de gente que sabe amar, en lo sencillo y sin esperar mucho.
Este cantautor nos trajo el sábado notas que tocaban el alma, palabras duras que sabian a miel, y recuerdos de un tiempo que mi amiga había vivido muy de cerca, que sigue viviendo y que siga conservando en su amor a Argentina, esa tierra de gente culta y sonriente, repleta de hermosos rostros que vieron y vivieron miserias y hoy lucha por seguir sobreviviendo en un mundo que se avecina cada día más diferente, un mundo que se cuece en el horno y al que ellos tienen mucho que aportar.
Se agradece tener amigos que disfrutan con lo que tu mismo, se engrandece el alma cuando encuentra seres que te enseñan, te muestran caminos y descubren mundos hasta entonces desconocidos; al hombre solo le gusta aprender y este fin de semana, como cada minuto que pasa junto a gente grande como su amiga, tuvo la fortuna de recibir lecciones que nunca olvidará y guardará en la memoria, buscando información y encontrando ángeles en bicicleta, gentes buenas y miserias de hombres que hacen llorar a otros, levantándose estos últimos entre sones de música y lágrimas de letras. Encontré la canción del ángel de la bicicleta, personalmente me quedo con la versión de Mercedes Sosa pero aporto a este pequeño mundo de recuerdos cotidianos de un hombre solo que mira y encuentra a través de sus ventana, la original de León, el hombre que sigue amando y construyendo mundos donde la integración entre diferentes es posible, porque ser distinto no es fácil pero cuando se asume, se vivie como tal y se hace el camino propio... hasta se puede llegar a ser feliz, por momentos, encontrando almas que tocan puntos iguales y pueden ser muy parecidas, hasta incluso gemelas.
Goza el hombre solo de sus tesoros pequeños, comunes, sencillos y simples, metidos en corazones grandes y se regoza mirándose en el pequeño rincón que le prestan sus amigos en esos corazones que le regalan en las visitas a casa. El hombre solo, a veces, toca el cielo con la amistad, se engrandece, aprende y se encuentra capaz de seguir soñando a ser más feliz.




lunes, 13 de julio de 2009

Los primeros cuarenta años de vida nos dan el texto, los otros treinta el comentario. Schopenhauer






Pasó el tiempo sin permitir que el hombre solo se diera cuenta de que pasaba. La noche era caliente en un terral que regresaba y las gentes amigas coincidíamos en un concierto esperado largo tiempo, al que una enfermedad puso impedimento años atrás, allá en el 2006 cuando esperábamos la presentación de Rogamar. Llegó su momento, como las cosas buenas en la vida que siempre suceden, antes o despues, pero suceden, como debe ser. Uno no espera, porque desconoce siempre del todo a la gente, encontrarse con quienes ve a diario, esos que, como uno, guardan cosas íntimas, gustos por músicas, sorpresas pequeñas que hacen sonreir a los otros cuando nos encontramos en lugares comunes, compartiendo una sonrisa cómplice que dice... "¿Como no ibas a estar aqui?".
La noche se promete dulce, miradas desde un palco y sonrisas a lo lejos a conocidos que saludan, espera con fresco de teatro del diecinueve, otra noche más entre los azules de un teatro conservado y entregado de nuevo al placer de los sentidos.
El público viene entregado y el escenario, que en noches anteriores se vestía de luz azul, lo hace ahora del verde más hermoso que se pueda soñar, en reflejos de una tierra lejana que lleva en propio nombre el color de la esperanza, Cabo Verde. De allí nos llegan los sones de este día, la voz profunda, honda y caliente de una mujer que entra en el escenario descalza, como siempre, con pasos lentos y temerosos, la edad no perdona y, si bien conserva la mente y la voz fresca, el cuerpo se ve dañado. Camina lenta, mirando el suelo, sola y entre maestros de una música que nos hace saltar al primer acorde, sonrie y no habla, solo lo hará en contadas ocasiones y en portugués, ella está de vuelta de todo y el que quiera entender que la entienda en su lengua, para eso es ella. Justo a mitad del concierto, cuando lleva medio Rogamar presentado, ese disco que habla de rogar y de mar, de plegarias frente a un mar que la llena y despierta miradas de melancolía, de amor perdido y vivido, de encuentros y desencuentros con el otro y los otros, ese mar al que canta y se entrega, mirando al suelo, visionando sus aguas, sin apenas moverse, llevando el son con los dedos de los pies y leves movimientos de cadera, lo que le deja el cuerpo... es entonces cuando nos habla de nuevo... "Ahora les dejo con una cancion instrumental y yo me voy a fumar"... carcajada general, que aumenta cuando no se va, se sienta en una silla en mitad del escenario, frente a una mesa, sonrie, escucha la canción y fuma su cigarro lentamente... insisto ella puede, es la diosa descalza que canta morna, su musica.
Llega la hora de presentar a los musicos, lo hace con elegancia, prestando toda la atención a su gente y, al final, nos dice... "Y yo, Cesaria Evora".
!Cuanta humildad alberga alguien tan grande¡, una mujer que se sabe reina de una música que envuelve, que trae a gentes de lugares lejanos, que pagan lo que sea por verla, que la siguen desde hace años, que la quieren y respetan... y se descubre presentándose, como si hoy comenzara por primera vez en el mundo y fuera el primer concierto. Las gentes grandes son sencillas, ella lo demuestra y lo es.
Sigue la noche entre sones, bailes, levantándonos para danzar, como ella nos pide, se la hace salir al escenario entre aplausos, entre palmas que siguen el ritmo y el son de Andalucía, que marcan el son y la sorprenden, nos regala un par de canciones más y dice... "Chau".
Un adiós que sabemos puede ser para siempre, un hasta luego de una mujer que nació pobre, humilde y llegó donde quiso, logró hacer ver el brillo de su voz, de su gusto, de su creatividad, admirada por Caetano Veloso, grande entre las grandes y Cesarea para todos.
Otro vermout sirve de pista de aterrizaje para palabras de pensamientos dulces, para entregas sin tiempo a la noche y las amistades, para conocerse aún más entre recuerdos de lo vivido y escuchado, sabedores de que hoy, de nuevo, la magia tocó un escenario que huye de un verano caluroso y da frescor en el terral de esta Málaga adorable, de estos tiempos que van pasando, al encuentro y espera de amigos que vienen, reformas de hogar para recibir y disfrutar del ruido de una calle que no cesa, la molestia de algun mosquito que se atreve a entrar en el palacio del hombre solo y de las noticias y risas a través del hilo telefónico que le regalan a este hombre al que le cuesta cada día más caminar. Ahora le toca la espera a Omara Portuondo, otra grande.


jueves, 9 de julio de 2009

La esperanza es el sueño del hombre despierto. Aristóteles



Baja el terral, ese viento que solo afecta a Málaga y que viene de tierra adentro, creando el microclima tan molesto algunos días del verano, la temperatura sube y no hay remedio para ella, cuesta respirar y te sientes fundir por un sol sin compasión.
Las noches son más apacibles ahora y el aire fresco del mar entra por la ventana, los pies descansan tras caminar por calles en fiesta, con teatro de calle y sorpresas pirotécnicas al ritmo de tambores, metido entre hombres vestidos de toro y gentes que admiran la capacidad de expresión que nos trae el mundo a las calles malagueñas.
Una noche más y el teatro Cervantes abre sus puertas a la música, al fresco mediterráneo que apacigüe este sopor veraniego; el escenario se viste de azules que inundan la platea, gente dispuesta entre palcos del XIX, un teatro romántico se va llenando de sones griegos.
Músicos que hacen sonar sus instrumentos siendo antesala de la elegante Ελευθερία Αρβανιτάκη en su gira española. Comienza el espectáculo ante un público ya entregado en el comienzo, Meno Ektos es la entrada que nos ofrece esta mujer vestida de blanco y gris perla, de melena rizada y suelta, sonrisa amplia y mirada que busca la aprobación de quienes estamos aquí.



Meno Ektos (Me quedo fuera)

Compositor: Ara Dinkjian
Letrista: Lina Nikolakopoulou

Me quedo fuera, me acuerdo de nombres
Corro a la velocidad de la luz.
Me quedo fuera como unas bocas
que un loto ha mandado fuera del mundo.
Mis noches solteras
canto canciones armenias
Quiero volver
pero el paraiso está cerrado.
Mil noches solteras
canto canciones armenias.
Quiero hablar
Pero mi lugar está apagado.
Me quedo fuera, hablo por cable
Me deslizo en el silencio como un águila
Me quedo fuera como algunos dibujos
que ha hecho en la arena un creyente.


Avanza la noche y esta mujer se emociona con un público que vibra, canta y habla griego para ella, baila en pasillos rompiendo la seriedad de un teatro que se impone y se deja violar desde su estructura formal, convirtiéndose en lugar mágico y pleno de magia musical, de olores dulces a vino de pasas, de tierras cálidas y sonrisas amplias, movimientos dulces y chasquido de dedos que bailan dejando volar las manos en figuras geométricas imposibles que visten el aire. La compañía es agradable, el espectáculo total y el "hombre solo" recibe la recompensa soñada, ansiada desde el año pasado en que anuló su gira a España y no se la pudo ver en los escenarios.
Las sorpresas no abandonan la noche y se producen encuentros con gentes que el hombre no podría imaginar, seguidoras de Elefthería, desde hace años le comentan y pasamos minutos entre un pequeño tapeo donde repasamos la discografía de una señora que canta y abre Grecia al mundo con la entereza de quien se sabe heredera de tradiciones nacidas del sentimiento milenario.
El público pide una y otra vez que salga a saludar, que cante de nuevo y no se vaya, se convierte la noche en dos horas de concierto especialísimo que hace brotar unas lágrimas sinceras en Elefthería, emocionada y que se deja descubrir por quienes estamos en palcos cercanos a ella que nos permiten sentir la emoción en un alma sensible.
Canta en español, en griego, nos habla en inglés, se mueve en su propio idioma, y todo vale pues la conexión está, la magia se dió, llegó al alma y descubrió la suya.
Un paseo entre el frescor que permite este terral que ha decidido retirarse, dejando la noche para ser paseada en la playa, apoyado en un bastón que previene, donando miradas de plata a un agua mediterránea de luna que se refleja en las olas; entre amantes furtivos que suspiran haciendo el amor en la arena, rozando a pensadores que dejan reposar su alma y la lavan a la luz de una luna llena purificadora de las joyas vivas que andan por aquí.
El hombre se ve más viejo, con otro sueño completado, a la espera de Cesárea, sabiendo que es una despedida, nunca más la volverá a ver y la añora, preparado para soltar alguna lágrima solitaria escondida y protegida por las cortinas del palco; recordando la Lisboa de antaño entre sudores de sexo y la mirada verde que se perdió para siempre, reencontrando a esta caboverdiana tras años de transformación y conserva de los principios básicos, como su música.
El hombre se mira adentro, se recuerda gran fumador de pipa, barbudo tras el sufrir de la pérdida, escondido en gafas oscuras y rotundo negro en su vestir, de mirada gris y agotada, con el libro de su vida escrito en la memoria y sin darse cuenta que, tras puertas cerradas, heridas del corazón irreparables, allá, en los adentros de un corazón que latía, nacía la esperanza, vivía la luz de un patio interior que esperaba ser adecentado, al que se atrevió a dar cancha y permitirle vivir.
El hombre piensa mientras camina, respira el aire marino, entre suspiros de amores furtivos de playa, junto a olor a marihuana que alguien fuma cerca, acariciando un perro de otro y manteniendo un equilibrio imposible en la arena de la noche, es la bahía de Málaga, sus brazos abiertos y su tierra que no trae el terral sino una voz griega que aun resuena en el corazón grande del "hombre solo", que aún vive y sueña, que perdona y se perdona, que quiere y se quiere, que espera amar y contarlo.

domingo, 5 de julio de 2009

No es difícil llorar en soledad, pero es casi imposible reír solo. Dulce María Loinaz.


Foto: David Doubillet



Entre acordes de Paganini, en un festival hermoso de música a la que llaman antigua, y mirada a los sonidos llegados de Turquía en voz de mujeres valientes, de mirada oscura, profunda y fuerte, de ricas melodías que transportan el alma del "hombre solo" a la Capadocia más hermosa, esa que le descubrió la arquitectura eterna que mira al cielo y al hombre de Gaudí, en la amada Barcelona... se limpia la casa, se amaina el temporal de alma agotada por el terral que ya llegó el viernes y solo se apacigua entre las aguas frescas de un baño nocturno, en el caminar lento, relajado y dejándose mimar por una arena blanca que miran peces que no se ven y medusas que tampoco pero amenazan la integridad en horas de agua caliente, suerte que a estas horas y a este hombre les gusta el agua fría, esa de la que huyen las medusas de larga cabellera que alimentó la fantasía helénica.
El terral continuará más días y será vecino que nos visita durante el verano en Málaga, la brisa marina le vence, en ocasiones, y permite mirar a la bahía, encontrando los grandes cruceros que llegan a la ciudad, islas de placer que van tocando puertos y recalan aquí buscando a Picasso y el mar, el hombre y su obra, una catedral manquita y un vino dulce entre poemas en el Pimpi.
Málaga se brinda en verano y entrega como amante caprichosa y mimosa, da colores, olores y sabores, llena de músicas libres y teatro en la calle, piruetas de artistas argentinos que caen de telas uterinas ante nuestros pies, entre fuertes tronadas invitando a bailar, a seguir el ritmo y perder, por segundos, el miedo a las miradas de otros.
Se desean las visitas de amigos y se piensa en los que no vienen, se repasa y repara la casa para estar a punto y recoger el cariño de quienes dan su cariño al "hombre solo" y le acompañan en el deambular marinero, buscando entre los delfines de una bahía marbellí las palabras de la madre muerta y entregada en ceniza al altar profundo y submarino de la Virgen del Carmen.
Son días de procesiones marineras, de tradiciones que sacan imágenes preñadas de mar contenidas durante el año en hornacinas submarinas, dejándose adorar entre cuerpos sudorosos y medio desnudos, entre pechos que brillan y tragos de vino fresco para cantar con más fuerza y abrir las gargantas, el espìritu y la bondad de unas gentes malagueñas que cada día más me alegro de conocer.
El "hombre solo" mira hacia dentro, tras la casa limpia en la mañana de domingo, entre vidrios resplandecientes y resquicio sin polvo instaurado por el tiempo ,sin paciencia para limpiar y alisar este albero que se cuela por la ventana, se busca y encuentra entre letras de poemas argentinos recien descubiertos en el mundo cibernético, junto a postres bien dulces y novedosos, entre ideas de como hacer el mundo de quien se ama más feliz a través del buen yantar, metido buscando heridas que dolían y pareciera no existen, solo quedan cicatrices, nada más, sigue la vida y es un hombre que pasea su pelo suelto que mece un aire reparador, su mirada se va posando sobre situaciones inesperadas y sorprendentes, ironizando con el dolor de otros para ver si así es menos dolor, llorando cuando se lo piden y haciendolo cuando no le miran también.
Un hombre que espera noticias de otro hombre que sufre, que calle y sufre y este espera, solo espera; le dijeron un día que ahí consiste parte de la sabiduría, en saber esperar para luego poder saber estar y a este "hombre solo" le gusta estar, le agrada ser compañía, darse y entregarse, se siente más libre cuando lo hace.


miércoles, 1 de julio de 2009

De momento no sufro de locura... pero la disfruto a cada momento¡¡¡


Los burgueses de Calais

Monsieur, sería una gran desgracia permitir que esta gente muera de hambre si podemos encontrar una alternativa. Estoy convencido de que cumpliría la voluntad de mi Dios si me ofreciera por estas personas y me entregara así como el primero en salir descalzo y con la cabeza descubierta, vestido en camisa y con una soga alrededor de mi cuello y me entregara a la voluntad del rey inglés.

Estar a solas con un enfermo mental es descubrir un mundo oculto tras el cual se sufre el doble, lo de dentro y lo de fuera. Es dificil mirar a la cara de alguien que parece que la tiene de cera, con los ojos brillantes y hundidos en unos huecos que sobresalen más de los normal, dejando bordes donde los párpados se clavan como agujas que también duelen a esa mirada hacia dentro que el enfermo hace, donde descubre ese terror de imágenes, a veces radiales, en otras superpuestas y con banda sonora de sonidos, voces donde los coches hablan, las motos insultan, el aceite te anima a matar o las paredes te piden que saltes por el balcón.
Un joven sin vida, con una hermosa faz de cera y ojos profundamente negros, pestañas salidas de pinturas gitanas de Romero de Torres, labios carnosos y rojos que hablan de derechos sin obligaciones, manos de dedos largos y huesudos, mirada perdida que sale de un mundo negro a otro sin futuro, tristeza de un alma que no recuerda historia y no busca dejar huella en el mañana incierto, en soledad, sin amor ni sexo provocado por una impotencia de antipsicóticos, relajantes, inductores del sueño...
Una escucha que intenta ser efectiva y se ve perdida, a veces, entre recuerdos propios que tocan el alma y encuentran identificaciones, pérdidas, traiciones de amigos que abandonan, soledades de llanto y miradas negativas a los tiempos que no se ven venir ni llegan cuando se les esperan.
Y entonces encuentras que la risa, el humor, la caricia de unos dedos que se dejan recorrer con aporte de seguridad, de compañía, sin temor a la violencia que podría surgir de esos ocultos que aconsejan matar, del yo que está dentro y sale buscando protección tras el ataque.
Sabes que no salvas el mundo, solo apaciguas un mar interior que bulle y ruge como hirviendo, rompiendo las serenidades falsas que aportan las adicciones, un tabaco continuo, el hachis y la coca, la mezcla y la medicación gratuita que cura y sirve para unir a productos que excitan, que sacan fuerzas al cuerpo inerte, pasivo y doliente, gastado por los dolores internos de una mente herida.
Te atreves a sacar el dragón que lanza fuego desde dentro, a través de una boca que insulta, de una mente que se niega a regir pues ello implica compromiso, relación, descubrirse, encontrarse, soportarse y quererse, respetarse... mirar al mañana y construir... demasiado para una sola persona, enferma y complaciente con su propio dolor, que encuentra en sí el morbo que facilita el estar mal, saberlo y regustarlo como si de una boca llena de sabor a regaliz se tratara.
El sabor a regaliz que se hace patoso, como el olor a muerte; cuando se huele un muerto no se olvida nunca, estar cerca es sentirse inmerso en algo pastoso, que lo envuelve todo, que nos deja pequeños en algo que no controlamos y que nos hace el respirar más pesado, más gordo, más intenso, un olor como el olor a gas, como el de fango, como el de lo negro que lo cubre todo, como el de las voces que salen del dragón e inundan lo que vemos.
Y entonces ries, sacas recursos, recuerdas que estas para ayudar, para acompañar, tender dedos que agarren dedos, poner puentes entre las palabras y establecer comunicación con el niño agredido en el ayer y mirar a los ojos del hombre del hoy con cara de sera, es entonces cuando sientes, cuando encuentras la verdad de quien miras y te mira, cuando tocas el alma de un ser sensible y sabes que está venciendo al dragón, que su boca de fuego ahora es de humo, que apagó el incendio interior y te mira, con sus ojos negros clavados entre párpados espadas metidos a puñaladas en la cara de cera, y los dedos se avergüenzan de tocar los tuyos, se echan para atrás, van sucios de tabaco, de coca, de mezcla, de humo de quemar adicciones... pero van sin temblor, distintos a como vinieron.
Y descubres que no sufres de locura, pero esa locura de estar allí, en el momento, en el tiempo preciso... te hace disfrutar de tu propia locura y es entonces cuando... sonries, sacas tu corazón al fresco de la calle, lanzas una mirada hacia el azul del mar que se ve por la ventana de tu despacho, preguntas... "¿Estas bien?"... "No, pero estoy contigo"... y sabes lo que dice, lo que siente no pero sí lo que quiere sentir... y tu, en ese momento, eres un poco más feliz, él lo nota, te preguntas a ti mismo... "¿que hice?"... "ESTAR, SOLO ESTAR".
Y recuerdas lo importante que es estar, lo que te dolio cuando no estuvieron, el daño que hiciste cuando no estuviste... y te pides perdón, a tí y a quien no puedes pedírselo, te prometes que lo harás y cuando te quedas solo lloras.
De momento no sufro de colura... pero la disfruto a cada momento¡¡¡
En la noche te vas a un concierto, eres un privilegiado porque Ara Malikian toca para ti, para muchos y tambien para tí, y... como si te la dedicara, interpreta de forma magistral "Lágrimas de cera", una lágrima rueda por tu mejilla, no la evitas, la dejas caer y se va en ella todo lo negro de la mañana, de la soledad compartida, de tu estancia a solas con un enfermo mental.
Sigues viviendo y gozas del maravilloso mundo de un hombre que habla a través de sus dedos, su violin y su música, descubres que el sentimiento y su descubrimiento es común a quienes son sensibles, no te encuentras diferente y te sumerges entre las notas, la dulzura y el suave acariciar de una melodía, eres feliz, lo justo pero feliz.