domingo, 28 de junio de 2009

No me da miedo el mañana porque he visto el ayer y me encanta el hoy.


El hombre solo gusta del mar en la noche, el ruido de las olas y el frescor de la brisa marina aislan el mundo del atronador continuo producido por los motores de la autovía cercana. Todo se torna gris y el cielo se funde en un mismo tono, las estrellas y las olas forman parte de un mismo cuadro, salvo cuando la luna brilla y viste de plata las aguas; en la noche de San Juan la luna estaba creciente y era apenas perceptible. La tradición prepara en forma de Juá lo malo del año y se quema frente al mar, en la arena, entre hogueras que saltar y junto a las olas del mar que han de llevarse consigo el papel blanco con los deseos nuevos, con los sueños que has de venir pausados, al ritmo de olas nuevas durante el año, para rendir cuentas de lo conseguido en el siguiente. La noche se hizo mágica y se llenó de risas tranquilas, entre gentes enfermas que sueñan con curarse y disfrutan de una arena menos cargada de gente este año, plena de antorchas y hogueras que dan al entorno un aire mágico de por sí, envueltos en músicas dulces y luces de velas de colores que anuncian deseos de amor, de salud, de bienestar, de historias que vivir y poder contar luego.
El hombre solo se aparte y mira a la orilla, encuentra a su lado un Juá puesto por una pareja madura, papeles médicos embutidos en un mono azul y casco de motorista, sentado en una silla de madera y que mira al mar, cerca de mí, esperando su quema. La pareja se mira con intensidad y comparten un secreto que algunos intuimos, es un ritual y entendemos que quieren purificar un mal doloroso; la gente se aremolina y formamos un rondel que mira como arde lentamente el Juá, la pareja se emociona y llora en silencio, sonrie y llora, se mira y sonrie, se sienten unidos por su secreto que muchos adivinamos y nos limitamos a acompañar a estos desconocidos que nos permiten prender nuestro malo, nuestros momentos negativos colocados en papelitos blancos que arden junto al Juá con casco de motorista, la silla se tiene en pie hasta el final y nadie se mueve, todos esperan que caiga y romper en un aplauso agradecido a ese final de tanto negativo que hubo y a la espera de lo que esta por venir.
Llegan las doce y entramos de espaldas al mar, saltando las siete olas y soltando los deseos por venir, el agua está fresca y gustosa, un baño nocturno sin luna y rodeado de gentes que sueñan, rien, se aman y sienten un mismo sentir en la noche de San Juan, esa noche que queremos sea mágica.
Y suena una melodía en la hoguera cercana, el pensamiento del hombre vuela sin remedio en busca de un ayer, por unos segundos retorna el pasado a la memoria de otras noches de San Juan, de otras olas mojando cuerpos desnudos que hacen el amor, de tiempos de silencio y compañía compartidos y que nunca volverán, de historias hermosas donde se da y recoge lo bueno y menos buenos del amor.
La compañía es agradable y la conversación hasta las cuatro de la madrugada, a la espera de un amanecer fresco en la orilla, entre olores que vienen a marihuana de grupos vecinos, pausando el tiempo con melodías que engolan el alma y la humedecen de agua dulce que se confunde con la salada del mar mientras se huye de la vergüenza del llanto. Noches de nostalgia que vuelven poquito a poco y se van como vienen dejando paso a las por venir, a los sueños y deseos pedidos al mar, a las miradas furtivas lanzadas a los arrumacos de otros, a los tiempos serenos de un hombre solo que disfruta trabajando y trabaja disfrutando, mientras ve como el dolor de la mente de un alguien se apacigua tras las palabras escuchadas, tras lo poco dicho y la serena templanza de la compañía ofertada en las horas nocturnas, en esas en que la gente se muestra desnuda por dentro y se abre en canal al sentimiento.
Vuelven a la memoria los paseos por la catedral del mar, esa maravilla de la naturaleza en mi Galicia del alma, donde se puede pasear con la marea baja entre arcos de 25 metros que hacen el alma más pequeña, cogido de la mano del amante y mirando, oliendo, sintiendo el mar que se mete dentro en forma de suspiro, venidos de la lluvia en Santiago y mirando los ojos verdes que los años no han borrado de la memoria, que el tiempo no se ha llevado consigo y que nada los devolverá, nada será lo de antes ni podrá hacer sentir igual, tiempos que se desean prontos donde poder recorrer, de nuevo y con otra mirada lugares comunes a la memoria, al sentimiento y a la ilusión.
Me gusta el olor a mar, me siento bien con el mar en la noche, en los días de lluvia y en las mañanas de aguas azules o verdosas que ofrece Málaga a mis ojos, a la espera de las músicas que añoro y con el corazón abierto a nuevas caricias. Abriendo puertas, siempre abriendo puertas.




Artista: Linda Ronstadt
Álbum: Mas Canciones
Título: Siempre Hace Frio

Letra: Cuco Sanchez

Este corazon que aun te adora
Ya esta muriendo tarde con tarde
Como se muere la luz del dia
Ya no puedo mas
Tu me haces falta
Vuelve conmigo
Alma de mi alma
Vidita mia

Adonde esta... adonde estas...
Matame cielo
Tragame tierra
Llevame Cristo
Si no vuelve mas

Ya podras tener el mundo entero
Y entre tus manos
Toda la dicha
De otro cariño mejor que el mio

Pero ya veras que todo acaba
Y al verte solo
Como hoy me siento
Siempre hace frio
Adonde estas... adonde estas...

sábado, 20 de junio de 2009

Faltan palabras a la lengua para los sentimientos del alma. Fray Luis de León.


Tengo un amigo que anda sufriendo la pérdida lenta de su madre, acaricia su mano cuando puede y le dice al oido que la quiere. No puede decir mucho más ni conversar con ella como antes, el coma, dicen, no admite respuesta. La memoria del hombre solo le trae un tiempo de hace tres años, mismos días y mismo dolor, aquel en que dolor que provoca la soledad que se viene partía de nuevo un corazón dolido que el hombre lleva consigo.
Los dedos de un hijo acarician la mano sin vida aparente de alguien que se va, una mano enjuta y reseca de líquido que enrojezca la piel blanquecina, una uñas blancas perfectas y un tacto dulce que aún queda en el cuerpo inerte, un olor a ella que nunca se olvidará y el latir pausado del corazón que se va desinflando en su caminar. Sé que los ojos se humedecen y las lágrimas del hijo buscan ser consuelo en estos días, sé que el cariño es refugio donde mi amigo se esconde y espera que pase el tiempo, confiando en la fé que ella tiene y él comparte, que la memoria le traerá el cuidado eterno que ejerció sobre él y confía en que así será, le digo que así seguirá, sin duda.
Huyo de casa en los días de calor húmedo que me trae una ciudad ralentizada por este sopor veraniego, entre fiestas en la playa y dias de noche sanjuaneras por venir, pidiéndole al agua que limpie lo malo y traiga lo bueno, que la magia de las horas nocturnas y su baño purificador devuelvan al hombre su fé en el mañana. Camino por una playa desierta a estas horas y el aire remueve mi pelo suelto, que juega a esconderse entre la rachas de brisa azulada que refresca el cogote de un pensador sentado en la arena, alguien solo como yo y que mira el horizonte, no le veo su cara, solo el cogote, es el mismo de ayer, de antes de ayer, el mismo de muchos últimos días y lo será tambien de mañana, un cogote que sale de una camisa azul, pieza de un uniforme de conductor de autobús, un hombre que viene a dejar caerse la tarde y esperar las horas de noche al abrigo del mar, quizas dejando escapar las soledades que van de la mano con los suspiros solitarios en una playa vacía. Me he enamorado de un cogote, lo visito, lo sigo, lo espero y lo entiendo... un cogete azul de pelo negro perfectamente recortado y que me permite crearme una historia imaginaria que me trae sueños de un pudiera ser y eso hace que el alma tambien juegue al escondite con el aire que viene del mar y huele a mar, y sabe a mar, y vibra a mar.
Mi cogote solitario, la arena, la playa, el atardecer, el sonido de las olas rompiendo lentamente y el recuerdo vivo de un tacto dulce en mis dedos, latir que se fue hace tres años y quiero que vuele hasta Almería, hacia una cama y su apoyo, hacia una madre y un hijo que se despiden para siempre y se quieren y se lo dicen y se echaran de menos y se respetaron... y serán, siempre serán.


viernes, 12 de junio de 2009

A veces presiento que mi alma está en sombras, entonces me inclino, te beso, y hay luz. (Leonardo Da Vinci)


Nació el año entre cortinas de seda malva y visillos negros, protegiendo la ventana por estores de lino gris, invento persa la persiana y chino el estor que dejan mirar sin ser visto y entrar la parte del mundo que uno desea. La casa permanece en penumbra a salvo de miradas y del calor que aumenta por días, soportable por la brisa marina que llega desde este mediterráneo tan azul en días agotadores de finales, de culminación de trabajos e intenciones, de búsquedas del trébol de cuatro hojas en la noche de San Juan que se avecina, entre moragas en la playa y saltos sobre la hoguera, mojándose los pies en la noche fresca para limpiar el año y seguir con la sonrisa en la boca aunque no pase nada. Pasan los días y el "hombre solo", tras cumplir años y recibir el cariño de todos quienes le quieren y piensan, pasando momentos íntimos sin la reflexión de tiempos anteriores, con puertas cerradas al dolor y entierros de cariños que los meses se llevaron consigo tras mucha espera; velas que acompañaron noches de un invierno, dando luz a letras de libros escritos desde el corazón sangrante de quien convierte en risa, locura y camino el deambular por una vida que no pidió.
El "hombre solo", recibe, en premio a la pérdida de una visita deseada el regalo de encontrarse con Bouguereau, un pintor naturalista francés, neoclásico nacido un día de San Andrés de 1825, gustoso de pintura religiosa y desnudos, trabajador de la luz, recuerdan sus telas al viento a un Sorolla posterior. Sorpresa del encuentro con esa frescura y verdad casi fotográfica que se percibe en los óleos, siendo "La aurora", quien compuje el alma de un hombre que gusta de mirar la pintura en el CAC, o en el Picasso, gratis en último domingo de mes, recorriendo calles llenas de galerías que engrandecen el arte de manos actuales que cuentan con colores, hablan con figuras y entregan emociones a través de momentos eternos plasmados para ser sentidas.
La casa del "hombre solo", se llena de romanticismo, si es que alguna vez lo dejó marcharse, libros del XIX suben al atril lector, el teléfono antiguo suena y trae voces dulces que hablan de cariño, una copa de Amareto traido de Italia acompaña a la luz de unas velas moradas que alumbran un rostro cansado por el calor y dan camino a unas manos que pasan y repasan láminas de Miguel Ángel; la pintura apacigua el alma pesada de quien escribe y le da reposo para que puedan germinar las semillas del futuro que siempre renacen de dentro, en este pozo interior que ya no piensa en la muerte, tampoco en el miedo, y menos aún en el llanto vertido por las emociones traicionadas.
Los labios rezuman placer y buscan encontrar otros labios furtivos que llegan por momentos a una casa que da la bienvenida al sexo sin futuro, a una entrega que no espera nada y solo goza de lo que hay.
La música acompaña y llena el poco espacio que se la deja entre expresiones de admiración y que devuelven por segundos, al espíritu, la amplitud de la falda de una menina azul que reposa junto al hada de cristal, símbolos de un fué; las mariposas suben por la pared camino de la Florencia antigüa, en un tapiz que recuerda al hombre su espera para brindarse un placer más en esa galería de Uffizi que crearon los Médici, allá por el XV, plena de Boticelli, Leonardo, Miguel Ángel y el Tríptico Portinari de Hugo van der Goes... esos que anhela ver pronto el "hombre solo", con su soledad, con otros que miran tambien, buscando nada, solo gozando.
Este es el final de una primavera fértil de ideas y cariños, que anuncia un terral terrible en Julio, más fresco por el festival de músicas venidas de lejos que darán a este hombre momentos serenos, al encuentro de más tiempos creadores.
Un estor gris de lino se sube y deja a la luz de la luna entrar por la ventana, plena de olores y colores, de rosas rojas nacidas tardías y frescura de romero y hierbabuena, la noche trae la voz de las gaviotas y el silencio de esta Málaga que tanto da al que buscaba, sobre todo, un reencuentro consigo y su historia, la de un hombre que vivió y nació varias veces en una misma vida y espera seguir naciendo y viviendo sin cáscaras de heridas secas. Pendiente siempre del blanco de una aurora carnosa que nace al nuevo día y vive rodeada de tules blancos, agua de mar que limpia y cantar de olas que danzan.



The promise

If you wait for me
then I'll come for you
Although I've traveled far
I always hold a place for you in my heart

If you think of me
If you miss me once in a while
Then I'll return to you
I'll return and fill that space in your heart

Remembering
Your touch
Your kiss
Your warm embrace
I'll find my way back to you
If you'll be waiting

If you dream of me
Like I dream of you
In a place that's warm and dark
In a place where I can feel the beating of your heart

Remembering
Your touch
Your kiss
Your warm embrace
I'll find my way back to you
If you'll be waiting

I've longed for you
And I have desired
To see your face your smile
To be with you wherever you are

Remembering
Your touch
Your kiss
Your warm embrace
I'll find my way back to you
Please say you'll be waiting

Together again
It would feel so good to be
In your arms
Where all my journeys end
If you can make a promise
If it's one that you can keep
I vow to come for you
If you wait for me

And say you'll hold
A place for me
In your heart.

Tracy Chapman

lunes, 8 de junio de 2009

Siente, no seas una máquina de pensar

Llegan días que no esperas y, de repente, sientes que te faltan ganas de seguir defendiendo tu criterio, que el trabajo se convierte en tedioso cuando has de justificar cada uno de tus actos, aunque nadie los juzgue ni tampoco lo pidan pero es costumbre hacerlo para no herir sensibilidades y crearte problemas. Jornadas en que mirar a los ojos de los demás es encontrar silencios pues todo el mundo sabe la respuesta y no quiere decirla, levantas los ojos al cielo y encuentras esa neblina húmeda que aumenta los grados de calor y pone las almas de quienes te rodean pesadas, angustiosas y desesperadas... y te empiezas a contagiar.
Recibes noticias que no quieres y se aguan planes que tenías, visitas deseadas desaparecen por arte de magia y te quedas triste esperando que pronto llegue ese momento en que encontrar lugares comunes para que toquen la misma melodía los dos instrumentos del alma, la vida es así... sorpresiva.
Semanas que son agotadoras y te hacen llegar a la última, esa donde se deshacen todos los entuertos y se ponen sobre la mesa todos los finales para dar inicio a nuevos proyectos que saneen tu mente y tu alma, que permitan a la creatividad renovar tu futuro y dar alas a los sueños azules y malvas que inundan tu locura.
Y vas por un puente, el de siempre, regresas del día meloso y gris, cabizbajo, sin ganas de nada, solo de dormir y desaparecer por un rato y... de sopetón te encuentras a la suerte, un ángel extraño te libra del encuentro con la muerte y hace que un coche se estampe contra la barandilla del puente, quede medio chasis en el aire y tu a dos metros, pegado a un cuerpo que salta de una motocicleta salvando su vida y cayendo en tus brazos. Miras la cara atónita de ojos azules que pregunta sin hablar en tu regazo y un vomitivo olor a alcohol se te acerca saliendo del coche... "¿pasa algo?".... Sí, pasa, que hoy algunos nos acordamos del puto día en que naciste cabrón.
Sigue la tarde y vienes, sin ganas, de recoger tus entradas soñadas, dentro de tí y la música que siempre te acompaña, escuchando a Macaco para que te alegre la tarde que se avecina igual de lánguida y boba, pensando en tu día de mañana, ese donde se dirimirá el asunto final en la ciudad de la Justicia, a metros escasos de donde también acabará tu curso de Salud Emocional II que terminó por agotar tu paciencia... y notas que tu brazo cuelga más, que pesa más, que tu bolso naranja se mueve y pesa, y no hace aire y no has metido nada y se sigue moviendo... y metes la mano y te encuentras con otra, delgada, temblorosa, fría, de uñas largas y tras de ella una yonky, que te mira con cara de sorpresa, como echándote en cara que la pilles queriendo llevarse tu cartera. Le preguntas de qué va y su chulo, que no tiene media ostia, se acerca gritando, acusandote de acusarles, estás de vuelta de algunas cosas y de este tipo de historias más, le dejas en claro que no tienes ganas, porque el día es tedioso, lánguido, bobo y anodino, de darle cuatro voces, de regalarle la media ostia que le tumbaría más de lo que ya le ha tumbado la droga, y que mejor se largan con el truco a otra parte, dan pena y lo saben, no dejas que se aprovechen y le dejas claro que... les estás perdonando un ratito de disgusto... y te ríes.
Te acuerdas del ángel que llevas contigo, incluso en días como este, días en que te apetece que te llame alguien que no esperas, en que quieres que los muertos de tu pasado resuciten, que las voces que se fueron en todos tus tiempos de atrás regresen, que una voz te acaricie y te diga que te recuerda, que volver a ver un paciente que sabías retornaría te duele lo justo, momentos donde desesperarse no sirve de nada porque no hay motivo y ahogas tus penas comiendote un dulce de cabello de ángel, haciendo vinagre de fresas para entretenerte y mirando una revista de historia para no pensar en quien no viene, en quien no llama, en quien ya no piensa en tí ni te recuerda, en quien se fué de mala manera, en quien... en quien... en quien...
Y sabes que un ángel te ha salvado la vida, que sus alas azules, esas de tus sueños te hicieron volar de la mala suerte, haciéndote que sientas, que no seas una máquina de pensar, que sólo sientas y disfrutes de tu sentir, aunque por la ventana se vea el cielo gris, las caras tristes de la crisis y los yonkis metiendo manos en bolsos ajenos; encuentras en un mensaje llegado a tu correo, donde una amiga lejana te regala mariposas y alas azules, las ganas de volar, de renacer, de encontrar pieles nuevas, miradas nuevas, risas nuevas y músicas que hagan vibrar tu alma al son de otras almas, aunque se vayan tambien, como los dias. Sí, como esos días que no esperas y llegan y... como los otros, también se van.


jueves, 4 de junio de 2009

El que oye música siente que su soledad se puebla de repente.



Tarde de calor sofocante en esta Málaga que se prepara para recibir el terral, ese aire caliente que todo lo inunda y nos agota, sólo la cercanía al mar hacen soportables las horas de siesta que, apenas, el "hombre solo" disfruta entre cursos de emociones, sentires, relaciones y control de situaciones conflictivas... un rosario de datos y referencias continuas al quehacer diario de este hombre que anhela la llegada de Julio, mes donde se encontrará, !Al fín¡¡¡, con el deseado concierto, tras anulaciones anteriores en 2008, de la diosa griega Elefthería Arvaniaki.
Apenas llegó la información en el día de hoy, aprovechando la cercanía del teatro Cervantes, el "hombre solo" se acerca a la caza y captura de buen palco, desde donde ver y escuchar a tres mujeres grandes, oportunidad única y que quizas no se repita jamás. Tres semanas donde poder renovar el espíritu con canciones viejas y músicas nuevas traidas por Elefthería, Omara Portuondo y Cesare Évora, almas en vuelo constante y constructoras de un paraiso musical conocido por este hombre que ama la música y sus hacedores.
Los días pasan entre gentes conocidas, riendo junto a amigos queridos, entre helados de soja y avellana, descubriendo sabores de manos argentinas que preceden a hombres hermosos, increíblemente delicados y bellos, sabedores de su oficio y que regalan chocolate al agua, tarta de mascarpone... y mil delicias para refrescar las tardes y noches calurosas en que, este hombre, va a la búsqueda de teatros cómplices y juego entre actores y público, risa de mimos delirantes y puestas en escena magistrales.
Una querida amiga me anuncia su próximo estreno de teatro clásico. Ella, directora escénica, cumple su sueño de entrar en un mundo profesional y dificil, tras haber acabado su formación, sedienta de comunicar y trabajar en lo que ama y amó siempre, el teatro. Almagro puede ser el lugar de encuentro, en algun corral de comedias, entre un buen vino y sabor de queso, recordando tiempos y dulzuras, dolores y pérdidas y vidas por venir.
Los días pasan y se anuncia la venida de un amigo y conocido, deseado de ser conocido y ansiado por conocer; "el día del pescaito" en la Carihuela pueda ser el momento oportuno, o entre cuadros de Picasso, quizas buscando a Anita Delgado entre museos perdidos y tesoros regalados a la Virgen de la Victoria, o tal vez en mi terraza, entre palomas, gritos de niños, ruido de coches y hojas de trébol de cuatro nacidos en tiempos serenos.
Se acerca el día del aniversario de una muerte que parece lejanísima y, sin embargo, fué hace apenas tres años, tiempo en que el mundo siguió su curso, el "hombre solo " encontró cariños, amigos, perdió otros tantos y rodó por un mundo azul, fresco de mañana donde el mar huele bien y las gaviotas acompañan los paseos de este hombre, cada día un poco más viejo y que puebla su soledad de músicas venideras, amigos amados y que aman, risas que ayudan a sobrellevar el peso de un trabajo duro que agota, seca de vez en cuando el alma y hace brotar alguna lágrima traicionera que descubre al público el corazón que alberga el pecho del hombre contador de pequeñas historias que no interesan a nadie, pero descargan la mente repleta de imágenes, emociones y momentos.