Baja el terral, ese viento que solo afecta a Málaga y que viene de tierra adentro, creando el microclima tan molesto algunos días del verano, la temperatura sube y no hay remedio para ella, cuesta respirar y te sientes fundir por un sol sin compasión.
Las noches son más apacibles ahora y el aire fresco del mar entra por la ventana, los pies descansan tras caminar por calles en fiesta, con teatro de calle y sorpresas pirotécnicas al ritmo de tambores, metido entre hombres vestidos de toro y gentes que admiran la capacidad de expresión que nos trae el mundo a las calles malagueñas.
Una noche más y el teatro Cervantes abre sus puertas a la música, al fresco mediterráneo que apacigüe este sopor veraniego; el escenario se viste de azules que inundan la platea, gente dispuesta entre palcos del XIX, un teatro romántico se va llenando de sones griegos.
Músicos que hacen sonar sus instrumentos siendo antesala de la elegante Ελευθερία Αρβανιτάκη en su gira española. Comienza el espectáculo ante un público ya entregado en el comienzo, Meno Ektos es la entrada que nos ofrece esta mujer vestida de blanco y gris perla, de melena rizada y suelta, sonrisa amplia y mirada que busca la aprobación de quienes estamos aquí.
Las noches son más apacibles ahora y el aire fresco del mar entra por la ventana, los pies descansan tras caminar por calles en fiesta, con teatro de calle y sorpresas pirotécnicas al ritmo de tambores, metido entre hombres vestidos de toro y gentes que admiran la capacidad de expresión que nos trae el mundo a las calles malagueñas.
Una noche más y el teatro Cervantes abre sus puertas a la música, al fresco mediterráneo que apacigüe este sopor veraniego; el escenario se viste de azules que inundan la platea, gente dispuesta entre palcos del XIX, un teatro romántico se va llenando de sones griegos.
Músicos que hacen sonar sus instrumentos siendo antesala de la elegante Ελευθερία Αρβανιτάκη en su gira española. Comienza el espectáculo ante un público ya entregado en el comienzo, Meno Ektos es la entrada que nos ofrece esta mujer vestida de blanco y gris perla, de melena rizada y suelta, sonrisa amplia y mirada que busca la aprobación de quienes estamos aquí.
Meno Ektos (Me quedo fuera)
Compositor: Ara Dinkjian
Letrista: Lina Nikolakopoulou
Me quedo fuera, me acuerdo de nombres
Corro a la velocidad de la luz.
Me quedo fuera como unas bocas
que un loto ha mandado fuera del mundo.
Mis noches solteras
canto canciones armenias
Quiero volver
pero el paraiso está cerrado.
Mil noches solteras
canto canciones armenias.
Quiero hablar
Pero mi lugar está apagado.
Me quedo fuera, hablo por cable
Me deslizo en el silencio como un águila
Me quedo fuera como algunos dibujos
que ha hecho en la arena un creyente.
Avanza la noche y esta mujer se emociona con un público que vibra, canta y habla griego para ella, baila en pasillos rompiendo la seriedad de un teatro que se impone y se deja violar desde su estructura formal, convirtiéndose en lugar mágico y pleno de magia musical, de olores dulces a vino de pasas, de tierras cálidas y sonrisas amplias, movimientos dulces y chasquido de dedos que bailan dejando volar las manos en figuras geométricas imposibles que visten el aire. La compañía es agradable, el espectáculo total y el "hombre solo" recibe la recompensa soñada, ansiada desde el año pasado en que anuló su gira a España y no se la pudo ver en los escenarios.
Las sorpresas no abandonan la noche y se producen encuentros con gentes que el hombre no podría imaginar, seguidoras de Elefthería, desde hace años le comentan y pasamos minutos entre un pequeño tapeo donde repasamos la discografía de una señora que canta y abre Grecia al mundo con la entereza de quien se sabe heredera de tradiciones nacidas del sentimiento milenario.
El público pide una y otra vez que salga a saludar, que cante de nuevo y no se vaya, se convierte la noche en dos horas de concierto especialísimo que hace brotar unas lágrimas sinceras en Elefthería, emocionada y que se deja descubrir por quienes estamos en palcos cercanos a ella que nos permiten sentir la emoción en un alma sensible.
Canta en español, en griego, nos habla en inglés, se mueve en su propio idioma, y todo vale pues la conexión está, la magia se dió, llegó al alma y descubrió la suya.
Un paseo entre el frescor que permite este terral que ha decidido retirarse, dejando la noche para ser paseada en la playa, apoyado en un bastón que previene, donando miradas de plata a un agua mediterránea de luna que se refleja en las olas; entre amantes furtivos que suspiran haciendo el amor en la arena, rozando a pensadores que dejan reposar su alma y la lavan a la luz de una luna llena purificadora de las joyas vivas que andan por aquí.
El hombre se ve más viejo, con otro sueño completado, a la espera de Cesárea, sabiendo que es una despedida, nunca más la volverá a ver y la añora, preparado para soltar alguna lágrima solitaria escondida y protegida por las cortinas del palco; recordando la Lisboa de antaño entre sudores de sexo y la mirada verde que se perdió para siempre, reencontrando a esta caboverdiana tras años de transformación y conserva de los principios básicos, como su música.
El hombre se mira adentro, se recuerda gran fumador de pipa, barbudo tras el sufrir de la pérdida, escondido en gafas oscuras y rotundo negro en su vestir, de mirada gris y agotada, con el libro de su vida escrito en la memoria y sin darse cuenta que, tras puertas cerradas, heridas del corazón irreparables, allá, en los adentros de un corazón que latía, nacía la esperanza, vivía la luz de un patio interior que esperaba ser adecentado, al que se atrevió a dar cancha y permitirle vivir.
El hombre piensa mientras camina, respira el aire marino, entre suspiros de amores furtivos de playa, junto a olor a marihuana que alguien fuma cerca, acariciando un perro de otro y manteniendo un equilibrio imposible en la arena de la noche, es la bahía de Málaga, sus brazos abiertos y su tierra que no trae el terral sino una voz griega que aun resuena en el corazón grande del "hombre solo", que aún vive y sueña, que perdona y se perdona, que quiere y se quiere, que espera amar y contarlo.
Las sorpresas no abandonan la noche y se producen encuentros con gentes que el hombre no podría imaginar, seguidoras de Elefthería, desde hace años le comentan y pasamos minutos entre un pequeño tapeo donde repasamos la discografía de una señora que canta y abre Grecia al mundo con la entereza de quien se sabe heredera de tradiciones nacidas del sentimiento milenario.
El público pide una y otra vez que salga a saludar, que cante de nuevo y no se vaya, se convierte la noche en dos horas de concierto especialísimo que hace brotar unas lágrimas sinceras en Elefthería, emocionada y que se deja descubrir por quienes estamos en palcos cercanos a ella que nos permiten sentir la emoción en un alma sensible.
Canta en español, en griego, nos habla en inglés, se mueve en su propio idioma, y todo vale pues la conexión está, la magia se dió, llegó al alma y descubrió la suya.
Un paseo entre el frescor que permite este terral que ha decidido retirarse, dejando la noche para ser paseada en la playa, apoyado en un bastón que previene, donando miradas de plata a un agua mediterránea de luna que se refleja en las olas; entre amantes furtivos que suspiran haciendo el amor en la arena, rozando a pensadores que dejan reposar su alma y la lavan a la luz de una luna llena purificadora de las joyas vivas que andan por aquí.
El hombre se ve más viejo, con otro sueño completado, a la espera de Cesárea, sabiendo que es una despedida, nunca más la volverá a ver y la añora, preparado para soltar alguna lágrima solitaria escondida y protegida por las cortinas del palco; recordando la Lisboa de antaño entre sudores de sexo y la mirada verde que se perdió para siempre, reencontrando a esta caboverdiana tras años de transformación y conserva de los principios básicos, como su música.
El hombre se mira adentro, se recuerda gran fumador de pipa, barbudo tras el sufrir de la pérdida, escondido en gafas oscuras y rotundo negro en su vestir, de mirada gris y agotada, con el libro de su vida escrito en la memoria y sin darse cuenta que, tras puertas cerradas, heridas del corazón irreparables, allá, en los adentros de un corazón que latía, nacía la esperanza, vivía la luz de un patio interior que esperaba ser adecentado, al que se atrevió a dar cancha y permitirle vivir.
El hombre piensa mientras camina, respira el aire marino, entre suspiros de amores furtivos de playa, junto a olor a marihuana que alguien fuma cerca, acariciando un perro de otro y manteniendo un equilibrio imposible en la arena de la noche, es la bahía de Málaga, sus brazos abiertos y su tierra que no trae el terral sino una voz griega que aun resuena en el corazón grande del "hombre solo", que aún vive y sueña, que perdona y se perdona, que quiere y se quiere, que espera amar y contarlo.
2 comentarios:
Gracias por compartir tus emociones.
He desfrutato mucho de la canciòn La luna, en el silencio de mi casa, en un verano caliente tambièn en una grande ciudad y sin la brisa de el mar cerca de mi... ma que llevo sempre dentro de mi!
Un abrazo sincero
Haikus: me has dado una emoción sin límites al decirme que te gustatría grabar mis poemas. Gracias!! Necesito que elijas urgente y me grabes para subir a mis blog. Yo me voy por unos días a descansar, pero el próximo lunes estaré esperando algo grabado por ti. Es un homenaje que no creo merecer, peo que quiero recibir de cualquier modo. Hazlo por favor. Te lo agradezco de antemano con un abrazo grande de mi corazón al tuyo.
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