sábado, 11 de abril de 2009

Y cuando me necesites, si quieres... !Grita¡¡¡ y vendré


En las noches del crudo invierno, cuando el frío de la sierra se cuela hasta los huesos y alguna nube perdida decidía bajar y quedarse en el pueblo, descargando lluvia y oscuridad, como retenida por las recortadas sierras y los pinos que las pueblan, el niño alegre cubría hasta su cabeza con las mantas que no pesan y rezaba.

Sentir la tierra temblar bajo tus pies es perder el punto de partida para la vida futura, es creer que te desvaneces y, mientras ves caer las cosas a tu alrededor, romperse en mil pedazos la loza y el cristal, escuchando gritos de pánico, creyendo que el mundo, tu mundo, llega a su fin... solo el amor de otro te afianza a lo que queda y da fuerzas para poder mirar entre la ruina y pensar... "estoy vivo" y puedo seguir.

El niño hasta entonces alegre, quedó subido al sillòn mientras la lámpara bailaba de un lado a otro de la estancia, las copas de vino caían del mueble y una cucaracha corría aturdida buscando una salida; el niño no habla, sólo mira, se siente perdido y una mano grande le abraza, le lleva en el aire a la calle mientras su garganta emite un sonido que no acaba de salir y el niño escucha... !Grita! !Grita!.

El padre permanece borracho dentro de la casa, las gentes en la calle no callan y hablan, hablan y hablan... la madre aprieta al niño y le moja con las lágrimas del miedo, la tierra no tiembla ya, el rugir del ogro se calla y desaparece como llegó, todo queda en silencio y, de pronto, la garganta del niño, entre palabras terminadas, ogros que se van y lágrimas dulces que le mojan la mejilla, grita, fuertemente grita, sin consuelo grita, solo mirando y grita.

El miedo sale por su boca y todos le miran, ha impuesto la cordura entre tanto desatino, su grito ha servido para poner fín a la perdida esperanza del grupo y hacer que recojan los trozos verdes del suelo y recompongan un nuevo día a vivir.

La noche pasa y todo vuelve a su lugar, el hombre borracho se acuesta y pregunta sin saber porque pregunta, la madre cae agotada junto al borracho, y el niño, entre otros niños más grandes con miedos más grandes que el suyo, mete su cabeza bajo las mantas y reza, sabe que no obtendrá respuesta pero reza, necesita saber que otro ser grande con manos fuertes, con lágrimas que saben dulce y que le harán volar, lo sacará de allí si todo tiembla, si todo se cae, si la vida se termina.

Tengo una amiga en Italia que tiene miedo, por su madre, por sus cosas, por sus amores, por su Roma, por sí misma... y lo dice, esperando que las manos se unan y den vida después de la muerte de muchos, que sepan reparar lo roto y dotar de seguridad a quien quiere esconder su miedo bajo las mantas que el duro invierno del centro de Italia mantiene aún en este despertar de una primavera recién estrenada, entre campos verdes, casas viejas y barro, gentes muertas y barro roto, rezos perdidos y santos de barro deshecho.

En momentos como este el "hombre solo" recuerda y sabe que tiene seres queridos, que dejó tiempo atrás por allá, en otra zona que también tembló pero no tanto, su alma se serena al saber que Rieti queda fuera del dolor y la muerte, encuentra las voces amigas perdidas hace tiempo en los devenires de la vida y que siempre permanecen en el corazón.

La tierra tembló y las cosas se cayeron, como en la vida del "hombre solo" y en la de tantos hombres y mujeres de esta tierra, el trabajo, la salud, el amor... la vida, traen temblores que, de repente, nos hacen perder el punto de orientación y nos convierten en seres perdidos que necesitan manos amigas que nos hagan volar, y es entonces cuando los que estamos serenos, por hoy, decimos... !Grita! !Grita!... y ven a mí si me necesitas.


Hace días que te observo,
he contado con los dedos,
cuantas veces te has reído,
una mano me ha valido.

Hace días días que me fijo,
no se que guardas ahí dentro,
a juzgar por lo que veo,
nada bueno, nada bueno.

De que tienes miedo,
a reír y a llorar luego,
a romper el hielo,
que recubre tu silencio.

¡Suéltate ya! y cuéntame
que aquí estamos para eso,
'pa' lo bueno y 'pa' lo malo,
llora ahora y ríe luego.

(estribillo)
Si salgo corriendo, tu me agarras por el cuello,
y si no te escucho, ­ Grita!
Te tiendo la mano, tu agarra todo el brazo,
y si quieres mas pues, ­ Grita!.

Hace tiempo alguien me dijo,
cual era el mejor remedio,
cuando sin motivo alguno,
se te iba el mundo al suelo,
y si quieres yo te explico
en que consiste el misterio,
que no hay cielo, mar, ni tierra
que la vida es un sueño.


Jarabe de palo


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