Va terminando el invierno, se acerca su fín, ha sido crudo, duro, frío... como corresponde a un invierno que se precie, esperemos que esta primavera sea lluviosa y traiga agua que regenere esta vida de crisis a todos los niveles. El paseo por el Jardín histórico-botánico se renueva y las glicinias se preparan para impregnar de olor el parque, el cenador se poblará de matices malvas, esos violetas que me encantan y duran tan poco, lo justo para estar debajo y sentirse transportado a otro tiempo, al romanticismo puro y duro; desde mi banco de madera, escondido entre enormes árboles, al abrigo del frío por esa claraboya vegetal que deja pasar los rayos de sol, rodeado del sonido que producen las cascadas de agua y sorprendido, de tanto en tanto, por los gritos de niños o grupos de visitantes del jardín, camino de la casa palacio, junto a mis lecturas... el paseo regresa y se hace cotidiano, recogiendo limones que envolverán mi pasillo, sueltos en bandejas de mimbre, mientras en mi salón miro los colores vivos de los jacintos en plena floración y se llena el aire de su esencia.
Los días van pasando rápidos, cada vez más horas de luz y cada hora más ganas de estar al lado del mar, dejarme llevar por el sonido de las olas rompiendo con su fuerza contra las rocas y el ánimo de las gentes más feliz, se iluminan las caras de paseantes con sonrisas cómplices de quien comparte momentos secretos, como sabedores de que el resto de la ciudad se pierde la magia de tiempos felices en la tarde, en la mañana y a horas tempranas donde el aire es limpio y fresco.
Proyectos por todos lados, personas libro con quienes comparto lecturas y memoria de libros y letras, de poemas de mujeres escondidas e ignoradas por una cultura machista que teme perder su poder, féminas que contaron sus amores, sus miedos y sus tiempos de desgracia pero con la cabeza alta, siendo ellas mismas y no permitiendo que las silenciaran, sacadas a la luz por otras mujeres que escarban en la historia.
Llegan tiempos de primavera, renovación, viajes y encuentros, nuevos recuerdos que retornan y el verano que pide programación.
Gusta el hombre solo de venir a este rincón, de tanto en tanto, y contarse cosas, rememorando siempre la música que le acompañará eternamente.
Los días van pasando rápidos, cada vez más horas de luz y cada hora más ganas de estar al lado del mar, dejarme llevar por el sonido de las olas rompiendo con su fuerza contra las rocas y el ánimo de las gentes más feliz, se iluminan las caras de paseantes con sonrisas cómplices de quien comparte momentos secretos, como sabedores de que el resto de la ciudad se pierde la magia de tiempos felices en la tarde, en la mañana y a horas tempranas donde el aire es limpio y fresco.
Proyectos por todos lados, personas libro con quienes comparto lecturas y memoria de libros y letras, de poemas de mujeres escondidas e ignoradas por una cultura machista que teme perder su poder, féminas que contaron sus amores, sus miedos y sus tiempos de desgracia pero con la cabeza alta, siendo ellas mismas y no permitiendo que las silenciaran, sacadas a la luz por otras mujeres que escarban en la historia.
Llegan tiempos de primavera, renovación, viajes y encuentros, nuevos recuerdos que retornan y el verano que pide programación.
Gusta el hombre solo de venir a este rincón, de tanto en tanto, y contarse cosas, rememorando siempre la música que le acompañará eternamente.
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