domingo, 20 de junio de 2010


La mañana transcurre serena entre las sombras de los grandes árboles en el jardín botánico de la Concepción, este jardín histórico que me tiene el alma robada y me lleva a tiempos pasados de un romanticismo que aún perdura en mi alma y juega a fundirse en este regalo que hizo un enamorado a su amada, gentes pudientes que dejaron para siempre este preciado tesoro a Málaga.
Mis habituales compras en la tienda, reponer el agua de glicinia con que me gusta perfumarme, termos con motivos florales para regalo, reponer mis semilleros y darme el gustazo de un buen café acompañado de un strudel de manzana y helado, a refrescar la mañana entre las sombras, antes del paseo por el jardín; hoy más corto pues el whifi me permite traerme el trabajo pendiente aquí, entre cantos de pájaros, flores y árboles frutales, entre maravillas atesoradas desde hace siglos y cuidados por manos jóvenes que aman la naturaleza, un goce para los sentidos.
Recorro los estanques de ranas y loto, están en plena floración y me llenan la retina de rosados, amarillos, blancos puros y naranjas, inundando el ambiente de un olor fresco, a vida y a sereno, a recuerdo de tiempos infantiles donde la ropa se tendía en el patio blanco y el niño jugaba entre las mariposas blancas, ancestros de las que hoy revolotean entre mis piernas y el bastón.
Las amplias sombras dan cobijo a los visitantes, numerosos para ser domingo y gozosos de encontrarse entre esta maravilla natural, entre las cientos de especies arbóreas, plantas de hornamentación floral y limones que aún refrescan un paseo bajo el calor malagueño y la dulce brisa del día.
El alma encuentra el paso de nuevo, la semana termina bien y anticipa noches de playa y hoguera de San Juan, moraga malagueña de chorizos y brochetas, de risas y amistades, de trabajo nocturno sanando heridas de almas dolidas, de cuerpos que se dejan tocar de nuevo y de voces extrañas que no impedirán la alegría de estar juntos y bañarse esperando las siete olas, tirando lo malo, alejándolo y dejando que la magia de una noche feliz traiga lo fructífero y la seguridad en que todo puede ser mejor.
El verano se mete mañana de golpe y traerá tiempos playeros de risas de niños, de caricias de amigos y de convivencia en paz, en la frescura de mi hogar y en el tiempo sin tiempo de nuestras vidas.

2 comentarios:

Fabi dijo...

Desde tus palabras fuera como si yo pudiera caminar entre este jardin botanico, un paraiso de la naturaleza donde los ojos pueden llenar el alma...
los olores de las flores, de la mar, algo de tu/mi amado paese, tan eguale al mio...
Gracias por compartir esas emociones, y la pureza de la flor en la imagine...
un saludo con cariño :-)))

PEGASA dijo...

Y el gusto de poder hacer lo que te venga en gana. Eso tampoco hay quién lo pague. Un beso