Mañana es viernes, me gusta que llegue el viernes; puedo pasear las calles que huelen a mar en cualquier esquina porque está picado, de color verde, como una esmeralda que se mueve mecida por este viento que no cesa.
El frío abraza a la tarde de este jueves, las gentes marchan rápidas a sus quehaceres y, desde mi ventana, veo vidas que se cruzan y no se encuentran, no se paran como suelen hacer, no se cuentan cosas, sus historias, las andanzas en esta tarde que les llevan, rápido, con la mirada al frente y persiguiendo el norte del quehacer vespertino para regresar al calor del hogar, hace viento y eso baja la temperatura, sólo guantes y bufandas permiten el paseo de la tarde, el tiempo en la terraza, ese que se dedica a cuidar los bonsais que ya sacan sus hojas y reponen la poda sufrida, arbolitos pequeños que viven en mi salón, asomados a la ventana por donde el hombre solo mira, esperando salir a la terraza donde una lluvia suave les haga sentirse mejor, limpios. Parece que sonrien los bonsais al encontrarse con el cuerpo fuerte de los jacintos que ya salen, tardíos como a mí me gustan, violetas, blancos, amarillos... forman parte de esta casa desde hace unos años, duermen el letargo oscuro la mayor parte del año y se atreven a salir anunciando la primavera que viene, llenado de olor y color mi terraza, junto a los brotes del jazmín, a los tallos nuevos del rosal, a los pinos piñoneros que sufrieron la castración hace poco y ya son bonsais también. Florencen las calas, salen los tréboles de cuatro hojas, se llena la terraza de vida y espera el olor a cera que vendrá en poco tiempo, las calles llenas de gente mirando arte al aire libre, los olores de pasos que avanzan lentos, la risa de los niños jiennenses que vendrán y los juegos infantiles que hacen al hombre solo retornar a su pasado.
Huele la casa a bizcocho, uno de limón y otro de vainilla, fiesta de San Valentín retrasada, de corazones de cartulina roja y roja, guirnaldas amorosas y música romántica, amores imposibles y bailes donde se aprende a tocar otra piel por primera vez superando miedos, miradas que se encuentran y se reconocen tras el rubor de mejillas que dicen locas, jugar al amor y dejarse llevar por los otros en un celebrar lo que no se disfruta y leer mensajes de cariño, de aprecio, que suben la autoestima en la caja de las caricias anónimas.
Mañana es viernes, se promete un fin de semana de cielo despejado, unos días que permitan pasear por el Jardín Botánico, espacio romántico que fué creado con amor y entregado a la amada, donde se cuece la primavera a fuego lento y se atreve a asomar un poquito su cara nueva en este año, teatros alternativos en esta ciudad que cada día más va subiendo su nivel de actos culturales donde perderse y disfrutar de la creación, mirando historias, no tan ajenas, de amores muertos, dejados, abandonados, de cariños perdidos y caminos que toman direcciones diferentes y nadie entiende la razón, tiempos que se añoran, manos amigas que se recuerdan y siguen apareciendo en sueños, llenando el alma de caricias.
Mañana es viernes y me gusta, es uno de los días más hermosos de la mañana, es un viernes verde, como siempre, de color esperanza, como el mar que tanto huele a mar en este tiempo de picado por el viento fuerte que deja encallados cargueros en la costa, que trae a devolver toda la basura que el hombre tira al mar, olas que traen con furia esa mierda que depositan con orden en la playa y dicen... toma, es tuyo.
Me gusta que sea viernes, que suene el teléfono y alguien quiera pasar el tiempo conmigo, que me pidan minutos de mi tiempo para estar, solo eso, estar, que me acaricien recordándome que me necesitan, que soy útil, que existo y se me quiere, me agrada que me eleven la autoestima, que mis plantas saquen más la cara arriba cuando miro tras el cristal y las acaricio con la mirada, que los bonsais disimulen un temblor suave cuando acerco la mano y quito las malas hierbas de su tronco. Me gusta que sea viernes y mi casa huela a eso, a viernes, a cariño, a bizcocho, a mar, a futuro, a pasado, a recuerdos, a miedos, a orgullo y a silencio, a tinta de tintero y pluma viejos, a libros releidos y nuevos a leer... a vida, a hombre solo que mezcla perfume de naranja y canela sobre su piel y se siente vivo, solo y vivo, amable.
El frío abraza a la tarde de este jueves, las gentes marchan rápidas a sus quehaceres y, desde mi ventana, veo vidas que se cruzan y no se encuentran, no se paran como suelen hacer, no se cuentan cosas, sus historias, las andanzas en esta tarde que les llevan, rápido, con la mirada al frente y persiguiendo el norte del quehacer vespertino para regresar al calor del hogar, hace viento y eso baja la temperatura, sólo guantes y bufandas permiten el paseo de la tarde, el tiempo en la terraza, ese que se dedica a cuidar los bonsais que ya sacan sus hojas y reponen la poda sufrida, arbolitos pequeños que viven en mi salón, asomados a la ventana por donde el hombre solo mira, esperando salir a la terraza donde una lluvia suave les haga sentirse mejor, limpios. Parece que sonrien los bonsais al encontrarse con el cuerpo fuerte de los jacintos que ya salen, tardíos como a mí me gustan, violetas, blancos, amarillos... forman parte de esta casa desde hace unos años, duermen el letargo oscuro la mayor parte del año y se atreven a salir anunciando la primavera que viene, llenado de olor y color mi terraza, junto a los brotes del jazmín, a los tallos nuevos del rosal, a los pinos piñoneros que sufrieron la castración hace poco y ya son bonsais también. Florencen las calas, salen los tréboles de cuatro hojas, se llena la terraza de vida y espera el olor a cera que vendrá en poco tiempo, las calles llenas de gente mirando arte al aire libre, los olores de pasos que avanzan lentos, la risa de los niños jiennenses que vendrán y los juegos infantiles que hacen al hombre solo retornar a su pasado.
Huele la casa a bizcocho, uno de limón y otro de vainilla, fiesta de San Valentín retrasada, de corazones de cartulina roja y roja, guirnaldas amorosas y música romántica, amores imposibles y bailes donde se aprende a tocar otra piel por primera vez superando miedos, miradas que se encuentran y se reconocen tras el rubor de mejillas que dicen locas, jugar al amor y dejarse llevar por los otros en un celebrar lo que no se disfruta y leer mensajes de cariño, de aprecio, que suben la autoestima en la caja de las caricias anónimas.
Mañana es viernes, se promete un fin de semana de cielo despejado, unos días que permitan pasear por el Jardín Botánico, espacio romántico que fué creado con amor y entregado a la amada, donde se cuece la primavera a fuego lento y se atreve a asomar un poquito su cara nueva en este año, teatros alternativos en esta ciudad que cada día más va subiendo su nivel de actos culturales donde perderse y disfrutar de la creación, mirando historias, no tan ajenas, de amores muertos, dejados, abandonados, de cariños perdidos y caminos que toman direcciones diferentes y nadie entiende la razón, tiempos que se añoran, manos amigas que se recuerdan y siguen apareciendo en sueños, llenando el alma de caricias.
Mañana es viernes y me gusta, es uno de los días más hermosos de la mañana, es un viernes verde, como siempre, de color esperanza, como el mar que tanto huele a mar en este tiempo de picado por el viento fuerte que deja encallados cargueros en la costa, que trae a devolver toda la basura que el hombre tira al mar, olas que traen con furia esa mierda que depositan con orden en la playa y dicen... toma, es tuyo.
Me gusta que sea viernes, que suene el teléfono y alguien quiera pasar el tiempo conmigo, que me pidan minutos de mi tiempo para estar, solo eso, estar, que me acaricien recordándome que me necesitan, que soy útil, que existo y se me quiere, me agrada que me eleven la autoestima, que mis plantas saquen más la cara arriba cuando miro tras el cristal y las acaricio con la mirada, que los bonsais disimulen un temblor suave cuando acerco la mano y quito las malas hierbas de su tronco. Me gusta que sea viernes y mi casa huela a eso, a viernes, a cariño, a bizcocho, a mar, a futuro, a pasado, a recuerdos, a miedos, a orgullo y a silencio, a tinta de tintero y pluma viejos, a libros releidos y nuevos a leer... a vida, a hombre solo que mezcla perfume de naranja y canela sobre su piel y se siente vivo, solo y vivo, amable.
How clear is the night!
The early flowers of the Spring are showing
How warm is the wind!
I can feel your hair in my fingers flowing
Hey! You, you are the sun in my eyes!
And I wanna come to you like the empty sky!
So you can shine in me like the endless dawn
And I can hold you, hold you through the storm.
How blue is the sky!
In your eyes I see my life unfolding
my heart is beating and the world is on fire!
I wanna drink with you this cup I'm holding!
Hey! You, you are the sun in my eyes!
And I wanna come to you like the empty sky!
So you can shine in me like the endless dawn
And I can hold you, hold you through the storm.
Hey! You, you are the sun in my eyes!
And I wanna come to you like the empty sky!
So you can shine in me like the endless dawn
And I can hold you, hold you through the storm.
Hey! You, you are the sun in my eyes!
And I wanna come to you like the empty sky!
So you can shine in me like the endless dawn
And I can hold you, hold you through the storm.
Hey! You, you are the sun in my eyes!
And I wanna come to you like the empty sky!
So you can shine in me like the endless dawn
And I can hold you, hold you through the storm.