sábado, 8 de enero de 2011

La mañana sJustificar a ambos ladose presenta más fría de lo habitual en mi reino soñado, me gusta levantarme temprano, quizás sea costumbre de viejo que me va llegando o el alma que durmió suficientes horas tras el ajetreo del viernes, de las risas, de los gritos, las carreras tratando de perseguir a la pequeña de un año que escapa huyendo con toda la alegría que puede albergar su cuerpecito, queriendo liberarse de las manos que luchan por atraparla, segura de su dominio en esa gran libertad que descubrió, el andar.
Mi santo reino jiennense me abre la puerta de lugares nuevos, historias nuevas, el archivo provincial y su claustro hermoso, el de los cuatro cipreses y la pequeña fuente enmedio; casas que se caen y levantan transformando una ciudad que vive en sus calles, sus tabernas y sus pequeñas placitas. Me gusta caminar por Jaén, es lo que hace la gente en las noches que no encuentra lugar donde ir, pasear, una ciudad de paseantes, de miradas y charlas, de gente discreta, ojos negros y hombres enjutos.
Mañana fresca donde los ochíos mojados en café con leche traen de nuevo, tras el sueño reparador, la actividad frenética que dos niños pueden aportar a un hogar feliz, porque estoy en un hogar feliz, donde las caricias se regalan a chorros, donde los gritos de emoción son continuos, donde cada uno corre su carrera a su propia velocidad y donde la humildad es esencia de este mundo feliz que han logrado mis seres queridos; el día se va rellenando y vendrán tartas de crema y canela, sabores a marisco y paella, el café calentito que unas manos incansables de persona buena que me quiere traeran tras la siesta... !Que bien sabe que te mimen, que te cuiden¡¡¡
Y es que aquí se cuida a las personas, se las mima, se las quiere, se piensa en los pequeños detalles que hacen la vida más agradable a los demás, se piensa en los demás, es una casa y familia sanas.
El hombre solo se siente afortunado y triste, el tiempo pasa como en un suspiro y quedan dos días para el retorno a su hogar, donde también es feliz, pero solo; el mar me espera para que le cuente lo que ví y esta sierra hermosamente dura y fría quedará atrás habiéndome regalado nuevos tiempos, nuevos recuerdos, nuevas miradas y encuentros inesperados con gentes que creí haber perdido y sin embargo una mano amiga descubre que no, que la humildad permite conservar lo puro, la esencia, el cariño, lo que queda siempre entre dos seres humanos y les une para siempre.

miércoles, 5 de enero de 2011


Ando recogiendo miradas en Jaén, mi ciudad desde que la vida me hizo nacer de nuevo aquí tras robarme la mitad de mi alma la muerte horrenda. Vengo pleno de serenidad, de tiempos hermosos y tranquilos, donde miro la vida otra vez como recien bañada, plena de rocío fresco que impregna mis horas, mis libros, la música, el tiempo que vivo y las gentes que amo. Encuentro caras de alegría, voces y gritos, carreras, ojos que descubren el mundo a cada minuto, manos pequeñas que me esconden el teléfono en un cajón perdido y me tienen incomunicado sin darme cuenta, mucha falta no hará¡¡¡.
Recibo el cariño a cada segundo y encuentro unas manos pequeñas pegadas a mi pantalón que me piden le suba a una altura digna para ver, para observar y despues... pedir. Viajo hasta aquí cada año a tomar las uvas a destiempo pues nadie se calla y no hay manera de escuchar las campanadas, deambulo comiendo ochíos en Martinez Maldonado, disfruto en el Wok nuevo aunque... me dice la sonrisa de un niño inquieto... "no es lo mismo que en Málaga". Cortamos jamón y no dejamos que el plato se llene, el cortador está cansado de nosotros y todo lo ahoga la risa; el frío deja el baho en la ventana y un cielo gris deja paso a otro azul en segundos, y mientras el castillo observa la locura de una ciudad envuelta el obras permanentemente a la espera de ideas absurdas salidas de algún ideólogo que se ha propuesto endeudar a esta ciudad.
Y la vida del hombre solo pasa tranquila entre visitas a amigos, recorrido por el hospital y antigua morada de trabajo, de horas de encanto a la luz de la mente.
Disfruto mi ciudad y la quiero más, pero aún me siento queriendo venir para siempre aquí, todo se andará.
Segundos, instantes, momentos que hacen feliz a un hombre solo rodeado de cariño, imágenes para siempre y locura controlada entre besos, besos, muchos besos y caricias... hummm que bien huele Jaén en invierno.