sábado, 30 de octubre de 2010

El agua






Cuando era pequeño tenia un don, que ni siquiera sabía que era don y que lo tenía, podía ver cosas a través del agua, cosas del futuro, imágenes, gentes, tiempos y secuencias que estaban por venir; hablaba de ello y mi madre me prohibió hacerlo, saber el mañana solo podría traer problemas, instaló el miedo en mí y, cuando en la noche el agua venía a mi sueño cargada de futuro, rezaba sin descanso para que el por venir se marchara dejándome indemne.
El tiempo pasó y el futuro se hizo ahora, el presente se encargó de hacer al hombre solo más sereno, más maduro, más solitario y más exigente consigo y el mundo. Las horas de risas se hicieron menos, las de llanto aumentaron, las pérdidas se dignaron hacerse presentes y las traiciones, abandonos, soledades, desengaños... formaron parte de la guarida del hombre solo junto a las alegrías, los reencuentros, lo nuevo y los proyectos; la vida se hizo presente en un hombre que tuvo que vivirla solo y en ello está.
El hombre vió pasar estaciones, los árboles crecer, sus jazminez dar fruto y cada otoño plantar jacintos en su ventana para olerlos en Marzo, la rutina se hizo común a la vida del hombre solo y éste se negó a que así fuera. Luchó con todas sus fuerzas teniendo siempre proyectos nuevos, andares por lugares y gentes, abriendo las puertas de su casa a lo nuevo y al amigo viejo, dejando que el perdón pusiera cosas en su sitio.
Mañana subo a Jaén, a celebrar el cumpleaños de un niño, a mirar las risas jugando en el campo y romper piñatas repletas de caramelos, a comer bizcocho y a sentirme rodeado del cariño de muchos, de la ternura que habita en mi familia escogida, en los amigos sinceros y perennes, los que perdonan y piden perdón, a beber vino de pasas y a contar historias de todos para sentirnos más unidos, más queridos, más conocidos.
Una tierra que recuerdo y quiero, a la que regreso siempre y donde no nací, me nacieron por segunda vez.
Se acerca el invierno y prepara el otoño maduro, repleto de proyectos, de horas de estudio en la casa solitaria, dejando que la lluvia se acerque a mi ventana y saliendo, de tanto en tanto, a buscar el viento y jugar con él dejándole mecer mi cometa. Quiero oler pronto las hojas del jardín botánico, quiero sentirme nublado entre grises algodones del cielo malagueño, quiero llorar a solas entre palmeras enanas y cascadas verdes del romántico jardín; se acercan días de celebraciones, de recuerdos, de aniversarios que cumplen quienes ya no están, de miedos que se fueron y gentes vivas, como alguien querido me dijo alguna vez, siempre en mi recuero.
Mañana subo a Jaén, a mirar el castillo y comer aceite, a beber vino de Frailes y a caminar por calles de piedra e historia.
Otoño, plantones en macetas que esperan nacer a la vida en unos meses, me afano plantando proyectos, de vida, de gentes, de casa... y mientras tanto sigo metido en el agua de tanto en tanto, nadando entre agua azul y dejando que el silencio me lleve a imágenes del futuro que ya no me dan miedo, a las que no alejo rezando.